Una breve mirada de la Teología de la liberación y nuestro presente desde Gustavo Gutiérrez
Eduardo de la Serna
Si se miran otros teólogos de la liberación, es muy
interesante el contraste, la mirada (y me refiero a sus puntos de partida, no a
muchas obras maravillosas o a sus personas, muchas de ellas absolutamente
encantadoras). L. Boff, por ejemplo, parece más enciclopédico, pero a la hora
de pensar – es mi opinión, que no tiene por qué compartirse – no tiene la
creatividad y novedad de Gustavo Gutiérrez, y – cuando entra en el terreno
bíblico – hace lo que yo creo que no hay que hacer: busca textos que digan lo que
él quiere. P. Trigo, parte de la literatura y la filosofía, y cuando entra en
la Biblia, creo que ¡hace agua!... J. Sobrino (¡maravilloso!), él mismo
reconoce que en la Biblia no se siente cómodo (y recién cuando se encontró con
Rafael Aguirre pudo hacer teología partiendo de la Biblia, como lo hace en su
“tercera” cristología). Creo que solamente Ronaldo Muñoz y Víctor Codina
partían de la realidad y la "pesaban" desde la Biblia (bien leída) ...
Y ahí está, creo yo, el tema…
La Iglesia existe para Evangelizar… es decir, anunciar una
“buena noticia” a quien no la tiene; una buena noticia en la que Dios es parte.
“¿Qué quieres que te haga?”, le
pregunta Jesús a Bartimeo. Es ciego, es mendigo, pero Jesús quiere partir desde
él. Obviamente – ironizo – no es buena noticia para un ciego que va a oír, ni
para un cojo que va a ver. La “Buena Noticia” parte de una realidad que es mala
para los destinatarios. La realidad en América Latina (¡y no solo aquí!) es una
realidad de pobreza. Y la pobreza, ¡es pecado! ¿Cómo decirle al pobre que Dios
lo ama? (sin que me conteste “¿se está burlando de mí y de mi realidad de
muerte?”) Frente a esta realidad, la buena noticia debe ser “encarnada” (y no
ilusiones futuras, “opio”). Se trata de ver la realidad para “pesarla” a la luz
del Evangelio del Reino.
¿Cómo podría reinar Dios en medio del
pecado? Para empezar, quitando “el pecado del mundo”, (de eso se trata la
“conversión”) y después decir “es por allí”, por ahí es que Dios reina (y por
allá ¡no!). Se trata de mirar la realidad y juzgarla a la luz de la Palabra de
Dios (de la palabra que Él dice, no de la que me gustaría o me contaron, u
otros dicen que dice). Se trata de dejar a Dios ser Dios; se trata de humildad
en la escucha. Se trata, ahora – en un “acto segundo”, que viene después de la
contemplación y la praxis – de pensar y hablar a la luz del Evangelio (Buena
Noticia) escuchado. Y se trata de que ese pensamiento nos ayude a quitar ese
pecado del mundo, a actuar en consecuencia.
Ciertamente la realidad del Perú es distinta de la de
Argentina (o la de Brasil, El Salvador o Colombia), y la realidad de 1970 no es
la misma que el 2024… Por eso el “ver” será distinto y escuchar la Buena
noticia será diferente y la propuesta de actuar también lo será. En tiempo y
espacio. Pero el criterio aportado, el camino andado, la metodología nos
invitan a andar, a “seguir andando, nomás”. Y reconocer a los “señaladores de
caminos”, como Gustavo Gutiérrez, no para que nos eximan de nuestro propio ver,
de nuestro pensar y juzgar ni de nuestro obrar, pero sí como una lámpara (“no
era él la luz”) que nos permita con más claridad reconocer rumbos, seguir
huellas, vislumbrar metas. Y saber que el Dios, abbá de Jesús, está a nuestro
lado (eso es la fe, la esperanza y el amor, ciertamente); no es poca cosa,
aunque seamos pocos en el camino.
Foto tomada de https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2024-10/fallecio-en-lima-el-filosofo-y-teologo-gustavo-gutierrez.html
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