jueves, 31 de octubre de 2024

Lot y su familia

Lot y su familia

Eduardo de la Serna



Abraham, el padre de Israel, es uno de los personajes principales de la Biblia judía. Es sabido que él deja su tierra en la Mesopotamia para dirigirse a una “tierra prometida”. Pero no viene solo: Lot, hijo de su hermano Harán (Génesis 11,27) también se desplaza, movido – en un primer momento, según un texto – por su abuelo Teraj. Pero quedan en Jarán (11,31). Una nueva intervención de Dios hace que Abraham también se ponga en camino (12,4-5). Según el texto, tal como está hoy (en realidad parece muy elaborado), pasan por Egipto (a causa de haber “hambre” en la región, 12,10). Pero ambas familias, la de Abraham y la de Lot habían crecido por lo cual deciden separarse para evitar conflictos que ya iniciaban (13,7). Abraham quedó en Canaan y Lot se dirigió a la zona de Sodoma (13,12). Un paréntesis nos hace referencia (cap. 14) a que cuatro reyes hacen la guerra a otros cinco, los derrotan y se llevan cautivos, entre ellos a Lot y familia, lo que motiva a Abraham a rescatarlos. Es el episodio en el que se alude a Melquisedec al que hicimos referencia hace tiempo.

Como es razonable, el texto bíblico se detiene – a continuación – a hablar de Abraham, pero en el cap. 19 volvemos a encontrar a Lot. En Gen 18 Abraham recibe y acoge hospitalariamente a tres visitantes de los que nosotros sabemos (no lo sabe Abraham) que son enviados de Dios para anunciarle el nacimiento de un hijo. Pero a su vez esos enviados comunican a Abraham que destruirán Sodoma por la abundancia de su pecado (18,20-21). Abraham “regatea” con Dios buscando evitar la destrucción de la ciudad donde está su sobrino. Y luego, hacia allí se dirigen los tres enviados. Como lo había hecho Abraham, Lot los recibe hospitalariamente, se postra en tierra y los convence de alojarse en su casa y prepara pan (19,1-3; comparar con 18,1-5). Pero todo el pueblo quiere abusar sexualmente de los visitantes lo que motiva una discusión de Lot con sus vecinos. Llega incluso (algo que hiere nuestra sensibilidad, por cierto) a ofrecer a sus dos hijas vírgenes, pero “no hagan nada a estos que para eso han venido bajo el amparo de mi techo” (19,8). Esto termina de decidir a Dios a destruir la ciudad.

Unas pequeñas notas para entender mejor el texto. En el mundo del desierto la hospitalidad era algo absolutamente sagrado; violarla era un pecado gravísimo. Una lectura feminista abomina con justa razón la propuesta de Lot de entregar a sus hijas. Un padre era responsable de la integridad física de sus hijas hasta que pudiera entregarlas (vírgenes, por cierto) a los maridos que había escogido. Una violación causaba un gravísimo deshonor familiar que debía vengarse rápidamente si no se quería quedar estigmatizados para siempre (ver un ejemplo en Génesis 34). Todo esto muestra la complejidad terrible de la situación que enfrenta Lot (y su familia).

La decisión de destruir Sodoma, la ciudad sin acogida, está tomada, pero Lot y los suyos deben quedar a salvo por la hospitalidad demostrada. Deben salir rápidamente (“no mirar atrás” en este caso es sinónimo de esta urgencia ya que el verbo supone un mirar atentamente; como se ve en Lucas 17,28-32). Como Dios quiere acelerar el castigo, pero no puede hacer nada hasta que Lot esté a salvo (19,22) lo urge a apurarse. La referencia a que su mujer “miró para atrás” apunta en esta dirección: Dios no puede hacer lo previsto todavía. De hecho, al día siguiente es Lot el que mira atrás pero no le ocurre nada, porque Dios ya había obrado la destrucción señalada (19,28).

También acá hay que evitar lecturas machistas que hablen de la “curiosidad femenina”, por ejemplo. La mujer de Lot ya había muerto (y sus hijas ocuparán un lugar importante en los párrafos posteriores) y el texto deja constancia de esto. Eso no impide notar que en este, y en muchos otros textos, hay una perspectiva patriarcal en el que la mujer ocupa un lugar secundario – o hasta negativo – que choca con nuestra sensibilidad contemporánea. Pero sería peor añadirle a la lectura ya androcéntrica (centrada en el varón) nuestra propia lectura machista. Con el tiempo, el pecado de los sodomitas pasó a ser visto como un “pecado sexual” (ver 2 Pe 2,7) pero es evidente que lo que está en el corazón del relato es la urgencia de la hospitalidad.

La historia de Lot está a punto de terminar. Desaparece de la escena, pero para eso las hijas lo embriagan para tener con él descendencia y no quedar vírgenes, y engendran a dos varones que serán dos pueblos (Amón y Moab, dos importantes pueblos vecinos de Israel que serán, por lo tanto, algo parientes, pero frutos de relaciones no muy felices; 19,30-38; ver Deut 2,9 y 19). Con el tiempo las relaciones entre estas naciones no serán buenas, como se ve en el Salmo 83,9.

Para el Génesis la tierra se está poblando e Israel y sus vecinos empiezan a aparecer en la historia con una realidad que los marca y los une.


Imagen de P. Rubens sobre Lot y familia tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Lot_(bíblico)

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