Pensando el “corazón” en la Biblia
Eduardo de la
Serna
Es evidente
que, si se pretende decir una palabra sobre algún tema, el primer paso es
encontrar un lenguaje común
Lo mismo les pasa a ustedes con lo
que hablan: si no pronuncian palabras inteligibles, ¿cómo se entenderá lo que
dicen? Estarían hablando al viento. Con tantas lenguas como existen en el
mundo, ninguna carece de significado. Si no entiendo el significado de una
lengua, soy un bárbaro para el que me habla y él lo es para mí (1Co 14:9-11)
En lo
concreto, específicamente, si el Papa hace una encíclica sobre el “Sagrado
Corazón de Jesús”, lo que cuenta – en este caso – es partir de qué significa el
término corazón en nuestro lenguaje (y, es posible, que en otra lengua se
debiera cambiar la metáfora porque no dice lo mismo; sería muy torpe o
etnocéntrico pretender que otras culturas deben aceptar lo que es valioso en la
nuestra pero insignificante en la propia). Ahora, y ese es el punto en estas
páginas, es evidente que la palabra “corazón” no quiere decir lo mismo en
nuestro tiempo (al cual, razonablemente, habla el Papa) que en los tiempos y
geografía bíblicos.
Por supuesto,
todo modo de entender el término, además, engendra la metáfora. Por ejemplo,
cuando Pablo usa el término “cabeza”, en un momento lo hace en un sentido que
podemos llamar físico (cabeza cubierta, 1 Cor 11,4-5) pero también en un
sentido metafórico (Dios es cabeza de Cristo, 1 Cor 11,3). Obviamente el
sentido metafórico se “alimenta” de la concepción cultural del término “cabeza”
en aquel ambiente (y no es sensato proyectarlo a la luz del nuestro).
Sin ninguna
duda, el término corazón, en nuestra cultura tiene una importante connotación
metafórica. Ahora bien, el interesante sentido que hoy tiene entre nosotros el
término “corazón” no responde al sentido en el ambiente bíblico. Es sabido que
en el tal ambiente “el corazón” es la sede de las decisiones, se piensa con
el corazón (cf. Gen 6,5; Dt 15,9; 1 Re 8,17-18; 2 Cro 1,11; Bar 2,8… y Mc 2,6;
Lc 3,15; Hch 8,22; Heb 4,12), y los que no entienden son “duros de corazón” (Mt
19,8; Mc 16,14…; que
sería semejante a nuestro “cabezas duras”).
En este sentido, amar a Dios “con todo el corazón” se refiere a la firme
decisión, que compromete a toda la persona… Es decir, no se trata de “amar con
el corazón” como sede de los sentimientos, las pasiones, los deseos, sino con
“la razón”, al decir de nuestro lenguaje. Es interesante que Etty Hillesum,
judía, en el campo de concentración de Westerbork, pretendía ser un “corazón
pensante de los barracones”.
Antes de dar
un paso más, me permito una reflexión a partir de una traducción bíblica donde
– entiendo que correctamente – los textos dicen “corazón” pero en el griego no
dice kardía, como sería de esperar.
En las traducciones castellanas de la carta a Filemón, en los
vv.7.12.20 en algunas traducciones dice “corazón” (en otras se prefiere una
referencia a toda la persona), por ejemplo:
- “los
corazones de los santos” (Biblia de Jerusalén a v.7);
- él
es “mi propio corazón” (Biblia de Jerusalén, Biblia de nuestro pueblo, Reina
Valera, Biblia latinoamericana a v.12) y
- “conforta
mi corazón” (Biblia de Jerusalén, Biblia de nuestro pueblo, Reina Valera, Libro
del pueblo de Dios a v.20), y lo mismo ocurre en traducciones a otras lenguas.
Sin embargo, en griego, Pablo utiliza splágjnon, que
refiere a las vísceras, las entrañas (por ejemplo, cuando Judas cae en tierra,
se “esparcieron sus entrañas”, Hch 1,18).
Y mirando este texto, acá sí se habla de las “entrañas de
misericordia” (1 Jn 3,17; Col 3,12), “entrañable compasión” (Fil 2,1), “amor
entrañable” (Sab 10,5; Fil 1,8), ante el dolor se “conmueven las entrañas” (Sir
30,7).
Un hijo es “de tus entrañas” (Gen 15,4; Rt 1,11; 2 Sam 7,12; “me
hierven las entrañas sin descanso, me han alcanzado días de aflicción” (Jb
30:27); “… que debo hacer tu voluntad. Y eso deseo, Dios mío, tengo tu ley en
mis entrañas” (Sal 40:9); “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó; en las entrañas
maternas, y pronunció mi nombre” (Isa 49:1) … y los textos podrían
multiplicarse. Podemos decir que lo que es el “corazón” en nuestro lenguaje, lo
serían las “entrañas” en el ambiente bíblico.
Pero me detengo un momento en el uso del verbo splagjnizomai (que deriva de dichas "entrañas") que salvo su uso en 2 Mac 6,8, donde habla de los sacrificios a los ídolos de
entrañas animales, se encuentra exclusivamente en los sinópticos y merece verse
atentamente:
En Marcos
- Jesús
sintió “compasión”, lo tocó y le dijo queda limpio (Mc 1,41)
- Jesús
ve a la multitud y sintió compasión porque eran como ovejas sin pastor (Mc
6,34)
- Jesús siente compasión por la multitud que hace tres días está sin comer (Mc 8,2)
- El padre de un muchacho endemoniado le pide a Jesús que tenga compasión y los ayude (Mc 9,22)
En Mateo
- Mt
9,36 (= Mc 6,34)
- Sintió
compasión al desembarcar y curó a muchos enfermos (Mt 14,14)
- Mt
15,32 (= Mc 8,2)
- En
una parábola el rey se compadece y le perdona la deuda a un deudor (Mt 18,27)
- Jesús
se compadece de unos ciegos y les hace recobrar la vista (Mt 20,34)
En Lucas
- Jesús
se compadece de una viuda cuyo hijo único ha muerto (Lc 7,13)
- En
la parábola, el samaritano se compadece ante el caído medio muerto (Lc 10,33)
- En
la parábola, el padre ve venir a lo lejos al hijo que vuelve, y “estaba muerto”
y se compadece (Lc 15,20).
Estos son todos los textos.
Algunas notas previas:
En Mc 1, algunos manuscritos no dicen splagjnizomai
sino orgistheis, por eso algunas traducciones traducen “se encolerizó”,
pero la crítica textual sugiere preferir la referencia a la “compasión”.
En Mt 18, en la parábola se presenta, en v.33, eleéô
(misericordia) como sinónimo de splagjnizomai.
Mirando cada evangelio, es de notar que, en Marcos,
Jesús se conmueve (se conmueven sus entrañas) ante el sufrimiento y, entonces,
obra un milagro. En Mateo, ocurre en contexto de una multitud, algo propio
del “evangelio de la Iglesia”; las multitudes son testigas de la compasión de
Jesús y signo de la compasión eclesial. En Lucas, ocurre en un contexto
con referencia a la muerte; la compasión es vida.
Brevemente…
Para hacer referencia a lo que, para nosotros es,
metafóricamente, el corazón, no parece sensato empezar por buscar el término
corazón en la Biblia (porque indican metáforas diferentes, por tratarse de
ambientes culturales diferentes, como se ha dicho). Si se pretende ir a la sede del amor, que es,
para nosotros, lo que metafóricamente aplicamos al corazón, en la Biblia es más
apropiado, para empezar, buscar las entrañas.
En lo personal, creo que hacer una reflexión que pretenda ser
“cristiana”, que no parta de la Biblia, simplemente la vuelve “no cristiana”,
porque no está empezando por dejar hablar a Dios, el padre de Jesús o a su Hijo
que debería ser la palabra primera a partir de la cual nos pronunciamos y con
la que dialogamos en adelante… Pero, por otro lado, tampoco es “dejar hablar a
la Biblia”, sino manipularla, llenar un escrito de citas bíblicas concatenadas,
donde, además, no se tiene en cuenta – como ocurriría en este caso –
verdaderamente a la Biblia sacando los textos de contexto, o no teniendo en
cuenta lo que los autores bíblicos quieren decir repitiendo palabras que dicen
cosas que para nosotros diciendo cosas distintas a lo que en la Biblia
significaban. Eso no es bíblico, aunque lo parezca. Lamentablemente.
Imagen tomada de https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/Corazon-traspasado-Puntos-oracion_7_1245245487.html
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