miércoles, 1 de octubre de 2025

Una nota para entender los “santos a medida”.

Una nota para entender los “santos a medida”.

Eduardo de la Serna



Teresa tiene una enfermedad, bastante grave. Todo indica que era de origen psicológico por la pérdida de madres. En sus Manuscritos Autobiográficos (conocidos como “Historia de un Alma”) ella cuenta el momento en el que experimentó la curación. Pero, en las primeras ediciones, hasta que se hicieron las ediciones críticas de toda su obra, el texto sufrió notables manipulaciones…

A la izquierda, la edición Historia de un Alma, cap. III, de 1900, a la derecha los Manuscritos reestablecidos (MsA 30rº).


… au bout de quelques minutes je me mis à appeler presque tout bas: “Marie!... Marie!”. Léonie étant habituée à m' entendre toujours gemir ainsi, n’y fit pas attention; alors j' criai bien haut et Marie revint a moi. Je la vis parfaitement entrer, mais hélas par la première fois , je ne la reconnaissais. Je cherchais tout autour de moi, je plongeais dans le Jardin un regard ansieux, et je recomençais a appeler: “Marie!... Marie!”.

C’étais une souffrance indicible que cette lutte beaucoup de cette lutte force, inexplicable et Marie souffrait peut-être encore plus que sa pauvre Thérèse! Enfin; après de vains efforts pour se faire reconnaître, elle se toutnais vers Léonie, lui dit un mot tout bas, et disparu pale et tremblante.

Ma petite Léonie me porta bientôt pres de la fenêtre; alors je vis dans le jardín, sans reconnaître encore, Marie, qui marchait doucement, me tendant les bras, me soiriant, et m’appelant de sa voix la plus tendre: “Thérèse!, m apetite Thérèse!” Cette dernière tentative m’ayant pas réussi davantage, et, se tournant vers la Vierge bénie, elle l’implora avec la ferveur d’une mère qui demande, qui veut la vie de son enfant. Léonie et Céline l’imitèrent, et ce fut un cri de foi qui força la porte du ciel.

Ne trouvant aucun secours sur la terre, et près de mourir de douleur, je m’étais aussi tournée vers ma Mère du ciel, la priant de tout mon coeur d' avoir enfin pitié de moi... Tout à coup la statue s’anima! la Vierge Marie devint belle, si belle que jamais je ne trouverai d’expression pour rendre cette beauté divine. Son visage respirait une douceur, une bonté, une tendresse ineffable, mais ce qui me pénétra jusqu' au fond de l' âme ce fut son ravissant sourire!

… au bout de quelques minutes je me mis à appeler presque tout bas: “Mama... Mama”. Léonie étant habituée à m' entendre toujours appeler ainsi, ne fit pas attention à moi. Ceci dura longtemps, alors j' appelai plus fort et enfin Marie revint, je la vis parfaitement entrer, mais je ne pouvais dire que je la reconnaissais et je continuais d' appeler toujours plus fort: “Mama...”. Je souffrais beaucoup de cette lutte forcée et inexplicable et Marie en souffrait peut-être encore plus que moi; après de vains efforts pour me montrer qu' elle était auprès de moi, elle se mit à genoux auprès de mon lit avec Léonie et Céline puis se tournant vers la Sainte Vierge et la priant avec la ferveur d' une Mère qui demande la vie de son enfant, Marie obtint ce qu' elle désirait...

 

 

 

 

 

 

 

 

 Ne trouvant aucun secours sur la terre, la pauvre petite Thérèse s' était aussi tournée vers sa Mère du Ciel, elle la priait de tout son coeur d' avoir enfin pitié d' elle... Tout à coup la Sainte Vierge me parut belle, si belle que jamais je n' avais vu rien de si beau, son visage respirait une bonté et une tendresse ineffable, mais ce qui me pénétra jusqu' au fond de l' âme ce fut le “ravissant sourire de la Ste Vierge”

.. después de unos minutos, empecé a gritar casi en voz baja: "¡María!... ¡María!". Leonia, acostumbrada a oírme gemir así, no me hizo caso; entonces grité con fuerza y ​​María regresó a mí. La vi entrar perfectamente, pero, por desgracia, por primera vez, no la reconocí. Miré a mi alrededor, miré con ansiedad hacia el jardín, y empecé a gritar de nuevo: "¡María!... ¡María!".

Esta lucha era un sufrimiento indescriptible, una lucha fortísima, inexplicable, ¡y María sufría quizás incluso más que su pobre Teresa! Finalmente, tras vanos esfuerzos por hacerse reconocer, se volvió hacia Leonia, le dijo una palabra en voz baja y desapareció pálida y temblorosa.

Mi pequeña Leonia pronto me llevó hasta la ventana; Entonces vi en el jardín, sin reconocerla aún, a María, caminando suavemente, extendiéndome los brazos, abrazándome y llamándome con su voz más tierna: "¡Teresita! ¡Mi pequeña Teresita!". Este último intento no me dio mejores resultados, y, volviéndose hacia la Santísima Virgen, le imploró con el fervor de una madre que pide, que desea la vida de su hija. Leonia y Celina la imitaron, y fue un grito de fe el que abrió la puerta del cielo.

Sin encontrar ayuda en la tierra, y a punto de morir de pena, yo también recurrí a mi Madre en el cielo, rogándole con todo mi corazón que finalmente se apiadara de mí... ¡De repente, la estatua cobró vida! La Virgen María se volvió hermosa, tan hermosa que nunca encontraré una expresión que transmita esta divina belleza. Su rostro irradiaba dulzura, bondad, una ternura inefable, pero lo que me conmovió profundamente fue su encantadora sonrisa.

Al cabo de unos minutos, me puse a llamar muy bajito: Mamá... mamá». Leonia, acostumbrada a oírme llamar siempre así, no me prestó atención. Aquello duró un largo rato. Entonces llamé más fuerte, y, al fin, María volvió. La vi entrar perfectamente, pero no podía decir que la reconociera, y seguí llamando, cada vez más fuerte: «Mamá...» Sufría mucho con aquella lucha violenta e inexplicable, y María quizás sufría todavía más que yo. Después de vanos intentos de hacerme ver que estaba junto a mí, se puso de rodillas junto a mi cama con Leonia y Celina. Luego, volviéndose hacia la Santísima Virgen e invocándola con el fervor de una madre que pide la vida de su hija, María alcanzó lo que deseaba...

 

 

 

 

 

 

 

 

 La pobre Teresita, al no encontrar ninguna ayuda en la tierra, se había vuelto hacia su Madre del cielo, suplicándole con toda su alma que tuviese por fin piedad de ella... De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables. Pero lo que penetró hasta el fondo del alma fue la «encantadora sonrisa de la Santísima Virgen».

 

Dejo de lado algunos cambios de estilo (paso de la tercera a la primera persona), pero lo sorprendente es que algo, que en el texto de Teresa es “natural”, en la edición publicada en los inicios, lo ocurrido es un “milagro”. La fe de las hermanas “abrió las puertas del cielo”, la “estatua cobró vida” … No se trata de que en su angustia ella miró la imagen de la Virgen sonriente (imagen que había acompañado a la familia por años) que estaba junto a su cama y encontró en ella “una madre que no muere”. ¡Tenía que ocurrir algo extraordinario! Y ser contado…

Es notable la aparente necesidad de cosas milagrosas “para creer” en vez de encontrar a Dios y su amor en lo cotidiano. Sería tan diferente aprender a encontrar a Dios y las cosas de Dios allí donde las podemos encontrar, ¡en lo cotidiano! A lo mejor “Dios sería distinto”, nuestra fe sería distinta, ¡y nuestra vida…!!!


Imagen de la "Virgen de la sonrisa" tomada de https://archives.carmeldelisieux.fr/es/la-vie-de-sainte-therese-de-lisieux/la-maladie-de-therese-a-10-ans/la-vierge-du-sourire/

1 comentario:

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