Dicen que era…
Eduardo
de la Serna
Dicen que, como otras tantas,
También ella era María.
Y, como nadie sabía,
Muchas cosas de su vida
Cada quién en su medida
empezó la fantasía.
Que era esto o fue lo otro
Que fue buena o que era mala
“¡pecadora!”, se propala,
O fue novia clandestina
Con el maestro camina
Pero vino de Magdala.
Dicen que era una ramera
Con la fama por el suelo
Por eso no tiene velo
En pinturas de varones
Y en todas las ocasiones
La muestran mostrando el pelo.
Pero son todas leyendas
De mentes algo afiebradas
O de novelas contadas
Por quienes nunca leyeron
Los relatos que escribieron
Amigos de caminada.
Porque resulta que un día
Bajó el pulgar un romano
Y los que eran hermanos
Se fueron a su guarida
A lamerse las heridas
Y el Señor abandonado.
Mas no lo dejaron solo
Las mujeres despreciadas
Y aunque fueron insultadas
Estuvieron con Jesús
Estaban viendo la cruz
Y la tumba preparada.
Y cuando todos lloraban
Escondidos y con miedo
Estas mujeres saliendo
fueron a la sepultura
Donde una espiga madura
Las esperaba sonriendo.
Y la llamó por su nombre:
«“apóstola” ve a la casa
Para leudar esa masa
Temerosa y asustada
Para que abran las ventanas
Al espíritu que pasa».
Y así sí, pasó a la historia,
Es música que resuena
Apóstola de la buena
Ni prostituta ni amante
Discípula y caminante
Es María Magdalena.
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