El fuego, pa’
calentar ha de ir siempre por abajo
Eduardo de la Serna
Hay varios refranes que aluden a lo
“caliente”…
Porque nadie quiere tener “una papa
caliente” en la mano, evidentemente es mejor tomar decisiones antes que “las
papas quemen”. Se dice que no hay que tomar “decisiones en caliente”
para no ser apresurados ya que es razonable pensar antes de obrar. No conviene
“poner las manos en el fuego” salvo por quien se confíe verdaderamente,
y aun así se arriesga; porque hay gente que va para “donde calienta el sol”
y uno puede quedar “helado” por eso. De hecho, por contraste se suele
hablar de que alguien es un “pecho frio” en sentido de que no tiene
sangre caliente en las venas (y estoy pensando en alguien en particular) porque
“no se calienta” aunque él pueda a su vez decirnos que “ande yo
caliente y ríase la gente”. Es que en todas partes “se cuecen habas”.
Sabemos que “no hay que jugar con fuego”, porque terminaremos “quemados”,
ni siquiera pasado un tiempo porque “donde hubo fuego, cenizas quedan”.
Y también que “del árbol caído todos hacen leña”, porque hay muchos a
los que les gusta “echar leña al fuego” aunque “¿quién les dio velas
en este entierro?”
Pero también es cierto que, en las cosas
importantes, todos tenemos que pasar “la prueba de fuego”. Y en la duda
de hacia dónde ir, los signos de los tiempos nos marcan caminos porque “por
el humo se sabe dónde está el fuego”.
Todo esto nos invita a la prudencia, porque “el
que se quema con leche” cuando ve una vaca llora, o incluso sopla hasta el
yogurt.
Pero parece que un poco de sujetos “calientes”
marcharon en defensa del “soldado heroico” que hizo lo que “la voz del gran
jefe” le ordenó cuando el “clarín, estridente sonó”. Claro que después ellos
dicen 8.000 y el ex gran diario dice 5.000, y si seguimos así hubo casi tantos
como en la “segunda marcha de los paraguas”. Pero después que antes hubo tantos
que querían ser el fiscal, a lo mejor muchos no quisieron volver a quemarse.
Y eso que no llovió. No “hizo falta tanta agua para apagar tanto fuego”,
se apagó solito, solito. Acá no fue “una chispa para prender el fuego”
sino unas gotitas para apagarlo. Gotitas que ni un Riachuelo Sesgado pudo
apagar. O gotitas de leche caliente, para seguir con la metáfora…
Pero quizás alguien pueda explicarme por qué
está bien que unos sean suplentes (o subrogantes, que es lo mismo) y eso está
bien y está muy mal que los saquen; mientras que está mal que otros lo sean, y
que esos sigan. Si hasta un señor de feo apellido llama a “desobediencia civil”
por los abusos con la justicia, justo él que fue uno de los que habló ante la
Corte defendiendo a Clarín antes del fallo de constitucionalidad de la Ley de
Servicios de comunicación Audiovisual en la que sus mandantes siguen abusando
de la justicia e impidiendo el cumplimiento de la ley. En fin, “un vende
humo”.
Pero claro… nos vendieron que “justicia
legítima” es una suerte de “cámpora” judicial, y que la “democratización de la
justicia” es perversa. Que la eternización en el poder no es mala si es de
Fayt, o de Lorenzetti presidiendo la Corte, pero es perversa si algunos sueñan
con una nueva reelección del Ejecutivo. Que es preferible que la corte esté coja
con tres ministros y medio antes que los cinco que la ley indica porque son
“republicanos” los que se niegan a tratar cualquier pliego que este gobierno
envíe como si no fuera un gobierno legítimo. Y entonces me pregunto: ¿quiénes
son los que manipulan la justicia?, ¿quiénes son los que no quieren un poder
judicial independiente? En fin, ¡perdón!, ¡me calenté!
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