Unas notas sobre un viaje
Eduardo de la Serna
La visita del Papa a Cuba y los EEUU ha movilizado en muchos
ambientes la opinión pública y ha repercutido en los Medios de Comunicación
(MCS). Y quisiera decir algunas cosas sueltas…
1.- Hace mucho lo dije con los viajes de Juan Pablo II: en lo
personal no quiero que el Papa viaje. Es obispo de Roma, y no me imagino al
obispo de Quilmes hablando ante el Parlamento de Perú, o recibido por el
presidente de Colombia o hablando ante la OEA. Por tanto, quisiera que sea el
mejor Obispo de Roma posible, y punto. Sí, en cambio, no veo mal que viaje para
eventos internacionales (la Jornada Mundial de la Juventud, o el Encuentro de
Movimientos Sociales me parecen buenas oportunidades… e incluso ante las Naciones
Unidas). Pero lo que el Papa diga en Corea, Paraguay o los EEUU no me interesa
demasiado.
2.- Puesto que creo que el que conduce la Iglesia no es el Papa (este,
el anterior o el que venga) sino el Espíritu Santo, creo que exaltar la figura
del pontífice (el que fuere) es distorsionar el tema central; creo que el
Papado debería ser repensado desde sus raíces. En lo personal quisiera un Papa
que sea obispo de Roma (lo dije) y que no tenga repercusión en la Iglesia
mundial (otra cosa es que los obispos estén en comunión entre sí y el obispo de
Roma sea el garante de la misma; de eso se trata la comunión eclesial). Y la
abundancia de imágenes papales me parece más contraproducente que positiva, por
más favorable que la persona del Papa sea.
3.- Es cierto que venimos de un invierno gélido. Y a nivel de
repercusión internacional daba más vergüenza que alegría lo que los papas
dijeran o hicieran, y hoy ocurre todo lo contrario. En ese sentido, la repercusión
o trascendencia llama la atención en muchos ambientes. Y, aunque no me interese
mayormente, lo celebro.
4.- Cuando escucho decir que “el papa cambió la Iglesia”
sigo creyendo que todavía no ha cambiado nada. Sigo deseando que lo haga, pero
sigo esperando. Sigo creyendo que Francisco ha cambiado los gestos, las
palabras y las actitudes, pero sin un cambio estructural, a su muerte todo
puede volver a ser como antes: ¡invierno! Y sigo viendo decenas de inviernos
locales en iglesias particulares. Por tanto, sigo esperando.
5.- ¿Y qué decir de los discursos de este viaje? Debo decir que en
general no me interesaron intensamente por lo que dije antes. En realidad, me molesta bastante el “raiting”
detrás de la figura papal. Todos aplauden al “Santo Padre”, ¡todos! Claro que
si lo aplauden los cubanos y los yanquis, los republicanos y los demócratas, y
el pleno de las Naciones Unidas uno puede preguntarse ¿qué pasó? Habló contra
la pena de muerte y, ¿los grandes defensores y asesinos lo aplaudieron?; habló
contra la venta de armas, ¿y los grandes traficantes lo aplaudieron?; habló
sobre el narcotráfico, el lavado de activos y demás consecuencias, ¿y los
grandes lavadores lo aplaudieron? Entonces, ¡o el cinismo es absoluto, o el
Papa no habló lo suficientemente claro! Claro que si hubiera dicho: “ustedes
no aplaudan” hubiera sido distinto… ¡quizás demasiado profético!
6.- En lo personal, la diplomacia me suena casi a una contradicción
con el Evangelio (Jesús no murió de viejo). Jesús a Herodes lo llamó “zorro”,
al César le dijo que le robaba las cosas de Dios y debía devolverlas, y a los escribas
y fariseos les dijo “hipócritas”, y fue asesinado en una cruz. Yo creeré que el
Papa fue escuchado realmente cuando en EEUU declaren abolida la pena de muerte
y dejen de vender armas; sino, pareciera que fue un ir a escuchar un buen
cantante, un buen concierto.
7.- Tengo claro que eso mismo le pasó al profeta Ezequiel. No
querían escucharlo, y Dios mismo se lo reconoce, “te escuchen o no te
escuchen”. Pero eso no ha de ser excusa al profeta para callar: de todos
modos debe hablar, nadie ha de poder decir que Dios no envió su profeta, “eres
para ellos como un cantante” (Ezequiel 33,31-32). No está mal que el Papa
hable a los que no querrán escucharlo, a los “sordos que no quieren oír”.
Lo que se extraña es que no se los diga claro: “ustedes no quieren escuchar”.
Jesús les dice a los contemporáneos: “Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado;
pero, como dicen que ven, su pecado permanece”. (Juan 9:41). También es
profético hablar a los incapaces de escuchar (¡hasta TN habló maravillas del
discurso papal!), pero si bien no ser escuchado es responsabilidad del que oye,
no hablar lo suficientemente claro puede ser otra cosa: “¡ay de ustedes
cuando todos los alaben! Del mismo modo los padres de ellos trataron a los
falsos profetas”. (Lucas 6:26).
En suma, no me he detenido a seguir el viaje
del Papa por Cuba y EEUU. Si el viaje tiene frutos de paz, de encuentro, de
justicia lo celebraré; al fin y al cabo es lo que importa. Y si no los tiene,
pues insisto en que mejor haría en buscar medios efectivos para transformar
estructuras intra-eclesiales que bastante lo necesitan. Lo necesitamos.
Dibujo tomado de sopranosproducciones.blogspot.com
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