Pensando el Fundamentalismo
Eduardo de la Serna
Si bien el término “fundamentalismo”
tiene su origen en el nacimiento de nuevas comunidades cristianas (fines del
s.XIX) que fijaron en cinco puntos los “fundamentos” de su fe, el
término se ha ampliado y se refiere a diferentes grupos que no saben adaptar a
los nuevos tempos “la letra” de sus creencias. Es sencillo: no se trata
de pensar, no se trata de entender, se trata de obedecer. Hace ya muchos años
un buen documento de la Iglesia católica romana (“La Interpretación de la
Biblia en la Iglesia, 1993) llamó al fundamentalismo “un suicidio del
pensamiento”.
Pero si hemos de ser justos,
deberíamos evitar caer en trampas o simplismos. Hay tendencia – desde el
atentado a las Torres Gemelas – a identificar fundamentalismo e Islam, lo cual
es falso y ofensivo. En todos los ámbitos humanos donde hay cosas, o doctrinas,
que se creen hay posibilidad de fundamentalismo. Y mal haríamos los cristianos
en mirar hacia Medio Oriente al hablar de fundamentalismo si hay quienes
atentan contra una marcha vivando a “Cristo Rey” o rompiendo una muestra que
consideran ofensiva. No hace falta mirar la negativa a la transfusión de sangre
para entender el fundamentalismo. Es evidente que hay fundamentalistas
cristianos, judíos, islámicos y en muchos otros espacios religiosos. Y
políticos. Y económicos.
En lo personal, y antes de
dar un paso más en la reflexión, repudio y me solidarizo indubitablemente con
las víctimas por los atentados en París. Pero quisiera repetir como lo hice
cuando lo de Charlie Hebdó: “yo no soy Charlie”. La actitud soberbia de
algunos, o petulante y provocativa (que de ninguna manera es un justificativo
ni una intención de amenguar el drama) no puede ser obviada. Las burlas de
muchos medios y pseudo humoristas franceses al Islam me parecen ofensivas.
Pongo un ejemplo para que no se me malinterprete: rechazo absolutamente a los
que justifican a un abusador diciendo “pero mira cómo vestía ella”.
“Ella” puede vestir como más le plazca y nadie tiene derecho a ofenderla o
lastimarla por ello. Pero si el joven del supermercado que fue provocado por
una mujer hubiera reaccionado – no lo hizo – creo que nadie podría decir nada.
Y yo no creo que algunos pseudo-humoristas hagan humor, yo creo que provocan. Y
después la humanidad entera debe llorar su mal uso de la libertad. Porque, en
estos casos, no se burlan de los fundamentalistas, se burlan de Mahoma, el
profeta, innecesariamente. Y sin dudas que nadie debería agredir ni lastimar a
un ofensor, sino ser sancionado, en todo caso, por el poder judicial, pero el
tema es que “los hay”, y los fundamentalistas andan “por ahí” y reaccionan.
Terriblemente, reaccionan.
Pero es importante retomar
la idea. Porque los fundamentalistas se ven a sí mismos los dueños de las
verdades fundamentales, y no aceptan nada que salga de sus límites. En el
reciente congreso Continental de Teología (Belo Horizonte, octubre 2015)
Leonardo Boff expuso sobre el papel de las religiones en un mundo en conflicto
[ver www.amerindiaenlared.org], y
allí señaló la gravedad del fundamentalismo pero puntualizó que “el más
grave fundamentalismo no es el islámico, sino el del mercado”. En nombre de
la ortodoxia (¿ortodoxia de qué fundamentos?) se declaran guerras, se empobrecen
naciones enteras, se invade y se mata. Mirando o escuchando declaraciones de
pseudo-economistas que adoran los fundamentos del mercado es sencillo ver cómo
lo que cuentan son esas supuestas leyes sin importar las vidas (o las muertes)
que ello genere, de jubilados, de niños, de pobres… La obediencia a esas leyes
(el dólar DEBE subir; los sueldos NO DEBEN subirse; NO DEBE haber paritarias…)
está por encima de las víctimas que genere. Como de obedecer a los fundamentos
de nuestra fe (política, religiosa, económica) se trata, nada hay que pensar,
nada hay que razonar.
¿Y entonces? Para empezar,
creo que el primer paso es entender. No para estar de acuerdo, por cierto, pero
para saber por qué reaccionan como lo hacen los fundamentalistas. Creo que es
infantil, e innecesario provocarlos como lo hacen algunos en nombre de la liberté.
Creo que es importante tener un decisivo diálogo con todas las corrientes de
pensamiento (sea el Islam, o sean diferentes escuelas económicas) para evitar
reacciones o contra-reacciones injustas (como se ha visto en la islamofobia de
algunos ambientes) que además son contraproducentes. Creo urgente un diálogo
interdisciplinar lo más amplio posible para abordar religiosa, sociológica,
psicológica, cultural, histórica, política, económicamente por qué mucha gente
encuentra refugio en el fundamentalismo. ¿En qué hemos fallado? Y saber que la
solución no está en los drones sino en la mano extendida, en el respeto aunque
no se comprenda los planteos y – sobre todo – en saber que nada se gana con la
violencia y sí todo se gana con la paz.
Foto tomado www.cristianosgays.com
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