Las ratas, esos simpáticos animalitos
Eduardo de la Serna
Esta semana pudimos ver una
cámara oculta en la que en una ilustre panadería las ratas se paseaban cuando
no eran vistas y compartían fraternalmente el pan que otros comían cuando el
corazón no siente. Como era de esperar, las cámaras dejaron al desnudo – perdón
por la metáfora – la abundancia de roedores que todos suponemos por doquier
pero elegimos no ver. Que anden por los sótanos, baldíos, descampados o
terrazas puede ser, pero no que coman donde todos comemos.
Las ratas han sido
recurrentes metáforas en diversas ocasiones, como aquellas en las que el barco
se hunde. Pero dejemos esta imagen para más adelante, ¡todos la conocemos!
En esa costumbre poco
sensata de atribuir al instinto animal cualidades o defectos humanos es habitual
atribuir lealtad al perro y traición al gato, por ejemplo (hasta hay un
conocido cuadro renacentista de la Última Cena donde Once apóstoles están de un
lado de la mesa con Jesús, de la otra está sólo Judas y junto a él, ¡un gato!).
Dejo de lado lo evidente que es que en ambas cosas se trata de instinto, y de
modo de relación en manada o aislado, y dejo de lado también mi desmedido amor
por los perros. La lealtad, o fidelidad es sin duda una cualidad. En el
peronismo, por ejemplo, es fundacional (el 17 de Octubre es “el día de la
Lealtad”). Pero la lealtad no es sumisión, sino fidelidad mutua, del pueblo al líder
y del líder al pueblo, en este caso. “Desconfiá del que habla mal de otros
adelante tuyo, porque hablará mal de vos delante de otros” afirma la sabiduría
popular. Muy distinto de lo que decía Eduardo Galeano cuando afirmaba que el
amigo “es aquel que habla mal de vos enfrente tuyo, y muy bien de vos a tus
espaldas”. No puede existir la amistad sin lealtad como no puede existir la
amistad política sin ella.
Los cables de Wiki Leaks
mostraron al entonces jefe de Gabinete de Ministros hablando mal de Nestor Kirchner
a sus espaldas (y nada menos que ante la embajada de los EEUU). Eso ya algo quería
decir, y lo manifestó dando el salto o – para usar la imagen popular – sacando los
pies del plato. Su osadía fue seguida por un importante grupo de desleales. Dirigentes
que habían sido elegidos en sus cargos por formar parte de un grupo y
quedándose atornillados en el mismo (no sólo Fayt es atornillado) pero
levantando otras banderas. El sol del Clarín calentaba para ese lado. Pero…
Pero Sergio el efímero empezó
a desinflarse. Más y más por momentos. Y los desleales reincidieron. Algunos ya
no podían volver “a la casita de sus viejos”, pero prefirieron quedar solos
antes que mal acompañados, otros volviendo al primer amor. Otros soles
calientan, ¡parece! Tanto fue el achicamiento que el tigrense fue directamente
a las fuentes y se reunió con el dueño del sol. Necesitaba calor. No sabemos
qué le dijo el amo y señor de mentes y saberes, pero pareciera que le dio un
tiempo para ver la temperatura ambiente. Y hubo Vélez, acto del que nadie
informó con seriedad sobre cantidades, lo que se escuchó – no podía esperarse
otra cosa – es la vacuidad de contenidos. Y el éxodo continuó. La imagen
desinflada del “extraterrestre de Roswell” que se mostró en estos días puede
ilustrar una nueva metáfora del comedor de motochorros y del sabihondo que
ilumina a Zaffaroni.
Pero queda una duda… el
tránsfuga de Almirante Brown, que copiaba la escenografía tigrense poblando de
palmeras el Camino de Cintura, que inundó visualmente las rutas explicándonos
lo que quería, presidente del bloque en la Cámara de Diputados dio el salto. Se
acaba de enterar que Sergio no tiene experiencia, y “pegó el portazo”. Lo que
da para pensar es que esto lo comunicó “por Clarín”. Y eso es sospechoso. ¿Será
una movida del titiritero de la Corte Suprema para mover fichas hacia su pollo
Mauricio? Es evidente que primero puso huevos en todas las canastas, y ambos
debían ser tenidos en cuenta… y sumemos a Danielito, claro. Pero se acercan las
fechas, se acerca el tiempo de decisión y los melones se van acomodando en el
carro. Y entonces, saquemos los huevos para que no se rompan. ¿No?
Ya desde fin de año pasado
un periodista del ex Gran Diario Argentino decía que de los candidatos de la oposición “uno es un globo
desinflado”. Ahora parece que se ocupan de repetirlo, así las ratas dejan el
barco. Al fin y al cabo, anclado en Nordelta no ha de ser demasiado hondo el
fondo, y hasta es posible reflotarlo en otra ocasión. Hoy, el ñoqui diputado
estará rogando para que al menos Malena no saque los pies del plato.
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