Problemas
de digestión
Eduardo
de la Serna
Hay cosas que no son fáciles
de digerir. En lo personal, por ejemplo, no puedo pasar por la garganta el
mondongo. Me resulta literalmente intragable. Queda “allí”, en la garganta por
días. Por supuesto que es problema mío: está lleno de gente a la que, legítimamente,
le encanta el mondongo.
En política, las cosas nunca
son blancas o negras, cosa que le cuesta siempre a la izquierda y por eso se
los ve eternamente enojados. Así, a veces hay que mirar “el mal menor”, otras “negociar”,
otras “ir por todo”, otras “dar un paso atrás para dar dos adelante”, etc.
Queda, además, el hecho
obvio de que quien mira, o analiza, lo hace con los instrumentos y datos que posee,
y que muchas veces son pocos, escasos, limitados, muy parciales… Se supone que,
muchas veces, “otros” (y aquí, con frecuencia, el problema) tiene más datos o
mejores instrumentos. Es la excusa frecuente de los “economistas” que quieren
aparecer como poseedores de una ciencia casi oculta que no tenemos el común de
los mortales. Por eso hay que dejarles a “ellos” el manejo de la economía (que –
además – debe ser la que maneja la política). Y ya sabemos cómo manejan, y en
qué dirección. Sin duda que hay siempre datos que se desconocen: presiones
externas, presiones internas, luchas, debilidades, flancos… y hasta conversaciones
privadas, exigencias, condiciones… Y así, en muchas ocasiones alguien(o “alguienes”) debe tomar decisiones.
Pero el problema lo tenemos
los “mortales” cuando las decisiones se parecen al “mondongo”. Es posible que
el tema sea elegir entre tragar un sapo o digerir la derrota; que sea,
soportemos un tiempo mientras se sigue construyendo espacios, y allí aparece la
confianza. Confianza en esos “alguienes”,
en creer que si han contribuido en gestar un rumbo, un proyecto, habrán elegido
lo mejor, o lo menos peor… Pero cuesta. Insisto que el mondongo no me gusta…
Foto tomada de modoeficaz.com
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