Elogio del Choripán
Eduardo de la Serna
Si en principio daba un poco de bronca por lo
despreciativo, por lo caricaturesco o hasta lo discriminatorio, hoy se ha
llegado a tal grado de absurdo que sólo cabe lugar para la risa. Ya pasó el
tiempo en que los comentarios a las noticias en internet criticaban a los partidarios
del gobierno nacional llamándolos “choripaneros”. Ahora, hasta se han tomado el
trabajo de “fabricar” un ‘vale’ por un chori y un vaso de gaseosa. Tan absurdo
que va – el chori – acompañado por un “vaso de Manaos”, tiene el logo del “Ministerio
de desarrollo social”, el de la Presidencia y hasta un código de barras, porque
todo el mundo sabe que los vendedores de choripán tienen lectores de códigos de
chori (como si vendieran alguna otra cosa) o como si los “camporistas” que
arrean gente de aquí para allá lo precisaran. Se llega a tal grado de absurdo
que hay quienes creen que este vale es cierto, tan introyectado el estereotipo
tienen.
Si vamos, en concreto, a la multitudinaria marcha
del 1 de Marzo en la Plaza Congreso (donde además un militante bromeó con la “estigmatización
del chori”) el tema es particularmente divertido. Muchos grupos – por ejemplo,
de militantes – se congregaron para ir. Obviamente alquilaron un colectivo o
varios, para trasladarse, y – aquí el tema – llevaron cosas para comer. Pero
más allá, reunidos o auto-convocados, el acto empezó a las 12 y finalizó a las
16. En el medio de esto ocurre algo que – aunque muchos no lo crean, no lo
quieran y no lo deseen – suelen hacer los concurrentes, y pueden hacerlo en
estos tiempos recientes con más asiduidad: ¡almorzar! Muchos, además,
aprovechan los actos para la venta ambulante: gaseosa, cerveza, chori, hamburguesas,
y también pines, banderas, escarapelas, pilotos plásticos, etc… En mi caso
personal, debo confesar que no pude almorzar: los puestos de chori estaban muy
lejos y había bastante gente. Los de hamburguesas estaban más cerca, pero
tenían más aspecto a lombrices californianas que a carne vacuna por lo que
preferí esperar a mi regreso a casa para comer. Pero la cosa es que pareciera
que algunos no sólo cuestionan los proyectos y modelos económicos por los que
más gente puede comer y alimentarse, sino que ni siquiera los quieren dejar
comer un domingo de fiesta.
El chori es algo popular, no caben dudas. Y es lo
popular lo que a algunos molesta (por eso el añadido de la Manaos), es ver
gente – mucha – y gente feliz. Ya lo decían, con el mismo estereotipo
discriminatorio, en tiempos de Perón: a la gente la llevan, la arrean como
rebaño a la Plaza. Sin que nunca pudieran explicar por qué esa misma gente
saltaba, cantaba, aplaudía, agitaba pañuelos. Para peor, a la vista está la
juventud. Entonces se debe sumar estigmatización a la estigmatización. Y para
ello está la perversa, maligna y casi satánica “Cámpora”. Así, otro “vale” suma
a esta agrupación a la lista… La cosa es que no puede haber gente que se moviliza
por lo que entienden como valores. Los pobres son tan limitados, tan poca cosa,
que basta un chori para que dejen todo para ir a cantar, saltar, aplaudir… y
tomar un vaso de Manaos.
Algunos creemos que allí puede verse en parte la
diferencia entre un “pueblo” y la “gente” (término preferido de ciertos
candidatos, ¿no?). Pueblo es cultura, es fiesta. Pueblo es vida, pueblo es
chori. La gente, en cambio, es limpia, raza pura, no son “negros”, “extranjeros”,
la gente es “como uno”. En realidad, mucho de esto, de ver que hay quienes
desprecian, abominan de los pobres, los rechazan (como rechazan sus votos), y
otros que aplaudimos que haya motivos para celebrar, para encontrarnos, que
celebramos que haya pueblo, que esté de pie y que elija encontrarse con miles y
miles de hermanos y hermanas para comer un choripán en su plaza.
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