Jesús nos invita a decidir en favor de
la vida
DOMINGO VIGESIMOSEGUNDO - "B"
DOMINGO VIGESIMOSEGUNDO - "B"
30 de agosto
Eduardo de la Serna
Resumen: Moisés pronuncia un discurso que sintetiza o introduce los grandes temas del libro del Deuteronomio. Poner en práctica lo que Dios ha mandado es un camino de sabiduría y de justicia.
En
un largo discurso de Moisés (el primero, ya que el segundo, que comienza en
4,44 es mucho más largo aún y se extiende hasta el cap.28 y en 28,69 comienza
un tercer discurso más breve: 28,69-30,20) éste señala que Israel debe poner en
práctica las normas (la Ley) que él transmite, y no repetir lo hecho en Baal
Peor (esta última referencia está omitida en el texto, vv.3-4).
El
texto comienza con un mandato: “escucha” (semá) que es muy importante en
Deuteronomio (x14), se refiere a escuchar y seguir la voz de Dios (aunque sea a
través del sacerdote [17,12], o de los padres [21,18.20]). Esta voz se expresa
en ’aq, porción, normas, leyes y mispat, juicio, derecho (ambos se encuentran
juntos x14 en Deuteronomio, a veces con otros términos: ‘adût, testimonio
(6,1.20), mezaba, mandamientos (7,11), o derek, camino y mandamiento (26,17).
En todos los casos se invita a seguir, obedecer (“escuchar”) lo que Dios
dice a su pueblo en normas y decretos.
Esta
obediencia es la que llevará al pueblo a “poseer la tierra”. Hay – con
frecuencia – una relación entre el don de la tierra y la fidelidad del pueblo;
no deberá ni quitar, ni añadir nada a estas normas (cf. 13,1), se debe
“guardar”, cumplir (x72 en Deuteronomio) y en este caso en paralelo a
“realizarlo” (v.6; x161 en Deuteronomio).
La
característica de estas normas / leyes es que son en sí mismas sabiduría e
inteligencia (hokma’ – bina’; juntas sólo aquí en la Tora, pero x4 en Job y x7
en Proverbios, además de x2 en Isaías y x1 en Daniel). Al “ver” y “escuchar”
los demás pueblos “dirán” que Israel es una nación (gôy), un pueblo (‘am) sabio
e inteligente. Y se formula una pregunta retórica (obviamente la respuesta que
se espera es negativa: ¡no la hay!), ¿hay alguna nación (gôy) tan grande
(gadôl)? Y en seguida explica la grandeza, la justicia, la sabiduría: la
cercanía de Dios con su pueblo. Esta cercanía es propia de Israel:
El
abandono de Dios que lamenta el salmista del Salmo 22 se manifiesta en que
experimenta la lejanía, precisamente:
2Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Lejos de mi salvación la voz de mis rugidos! (…) 12 ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! (…) 20 ¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía… (Sal 22:2-22)
Esta
cercanía se manifiesta en sus obras salvadoras, algo que no tienen las
naciones. Como es característico del Deuteronomio y su teología, lo que marca
la unidad es una crítica feroz a los otros dioses y una afirmación a Yahvé y su
obrar en medio de su pueblo. Dios se acerca cuando es “invocado”, llamado.
El
texto presenta un paralelo “climático” dando un paso más:
7 ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos?
8 Y ¿cuál es la gran nación (gôy gadol) cuyos preceptos y normas (’aq - mispat) sean tan justos (zediq) como toda esta Ley que yo expongo ante ustedes hoy? (vv.7-8)
El paso final está en calificar estos preceptos, normas, mandamientos y
caminos como “Ley” (Torá; x22 en Deuteronomio). Torá es norma, instrucción,
camino. La cercanía de Dios con su pueblo señala un camino que es visto como
camino sabio, prudente, un camino que conduce a la vida, a la justicia.
Resumen: Como es frecuente en este escrito el acento está puesto en el “obrar creyente” que no ha de entenderse en un sentido ritual sino en una acción concreta en favor de los desvalidos.
La
llamada “carta de Santiago” es un
escrito muy interesante, pero que tiene una serie muy importante de temas para
el debate, de discusión que no es el caso anotar en este espacio. No es fácil
conocer los destinatarios, la fecha, el autor ni el esquema literario del texto,
o su estilo (más que correspondencia parece un escrito sapiencial, por ejemplo).
Lo aparentemente inconexo del texto se ve en el fragmento litúrgico que saltea
versículos tomando brevemente tres temas diferentes: la relación con el Padre,
poner en práctica la palabra y la verdadera religión.
Empieza
señalando que de Dios no viene “lo malo” (1,13-16 texto que precede el
comienzo del litúrgico), de Dios viene lo bueno, la “luz”. Así como los
astros que tienen luz (sol, luna, estrellas) son un signo, pero – a diferencia
de estos astros – en Dios no hay períodos de sombra o noche.
La
“palabra de verdad” (un término más neo que veterotestamentario) parece
aludir al Evangelio, la “sabiduría” de vida (3,14; 5,19), la “ley de
libertad” (1,25; 2,11) con lo cual las “primicias de la creación” se
referiría a la “nueva creación” (cf. 2 Cor 5,17; Gal 6,17; Is 65,17; 66,22; 2
Pe 3,13; Ap 21,1). Jesús hace “perfecta” la ley (cf. Mt 5,48), y la “perfección”
(teleios) es tema recurrente en la carta (1,4.17.25; 3,2), es palabra
plantada (1,21). Y es “ley” en el sentido judío: modo de vida que
Dios quiere para los suyos, por eso es “ley de libertad” (1,15; 2,12) y
“perfecta”. Para los antiguos hay una estrecha relación entre la ley y
la libertad:
“Está escrito ‘Las tablas son obra de Dios y la escritura, escritura de Dios grabada en las tablas’. [y con un juego de palabras hebreo sigue:] no leas grabadas (harut), sino libertad (herut), porque nadie es libre sino quien se ocupa del estudio de la Torá”. (Misna, Abot 6.2)
La
idea de la carta, entonces, es bien judía (judeocristiana). La ley da la
libertad para amar (2,12). Y eso da vida (v.21). Lo que vale para Dios
no es el mirar la ley, sino cumplirla, poner la palabra en práctica.
La
conclusión de esta unidad está presentada como “religiosidad”. Hay una
religiosidad “vana” (el término mátaios alude a lo vano, hueco,
falso) y una “pura e intachable” (en realidad ambos términos son
sinónimos: puro [katharós] y “sin mancha” [ámiantos]
se refiere a la vida, especialmente puesto que esto es “ante Dios”).
Pero lo interesante es que esta pureza no es ritual. En el AT el oro, el
aceite, el incienso puro son propios del culto, y son “para Dios”; hay lugares
o alimentos puros, y personas puras o impuras (cf. Lev 11,32).
La
“religión” (thrêskeía, sólo en escritos griegos de la Biblia),
puede entenderse en sentido de “actos religiosos” (cf. Col 2,18) de allí que a
veces se suela traducir por “religiosidad”. En este caso, lo “puro”
ante Dios (a diferencia de lo hueco) es “visitar huérfanos y viudas en su
tribulación” (v.27).
El
par “huérfano” y “viuda” es frecuente en la Biblia (x38); a veces
unido al pobre, forastero (o migrante), y también al “levita” (cf. Ex 22,21; Dt
16,11; Zac 7,10), Dios es su “padre” y “tutor” (Sal 68,6; cf. 146,9), pero es
la única vez que se encuentran juntos en el NT [huérfano, orfanoús, vuelve a
encontrarse metafóricamente en Jn 14,18]. Son imagen típica del desamparo, y en
ocasiones del abuso impune del poderoso. Y Dios no permanece insensible ante
ellos. La “religiosidad”, es decir el encuentro con Dios implica dar
respuesta a esta “sensibilidad” de Dios, que es “Padre”, por el que
sufre, por el desamparado. Lo interesante en este caso es que la “pureza”
no viene dada por lo ritual sino por un obrar económico-social ante las
víctimas de la sociedad, los desamparados, los que están en “tribulación”
(thlipsis, angustia, opresión, sufrimiento; a veces – no en este caso –
referido a los sufrimientos de los últimos tiempos). El encuentro con Dios se
da en el compromiso social con los que sufren. De ese modo se mantendrán “incontaminados”
(áspilos; cf. 1 Ti 6,14; 1 Pe 1,19; 2 Pe 3,14) del “mundo” (kósmos).
El “mundo” en diversos escritos (no en todos) del NT aparece como el ámbito
contrario a Dios. En Santiago el término es negativo: el amigo del mundo es
enemigo de Dios (3,3), los “pobres de este mundo” son ricos en la fe y
herederos del Reino (2,5), la lengua es capaz de un “mundo” de injusticia (3,6).
El mundo es la prepotencia, el abuso. Sin duda entre Dios y el mundo hay una
distancia, pero lo cierto es que esta “contaminación” del mundo no es
ritual sino un compromiso de “obrar” según Dios.
Nota
breve: un manuscrito
(P 74) que no refleja propiamente el texto, pero revela cómo se leyó en esa
ocasión, transcribe: “protegerlos [a los huérfanos y viudas] del
mundo”. El compromiso religioso no sólo incluye visita activa sino también
protección.
Curiosamente
el lenguaje de la carta es cultual, pero su contenido es claramente social
(como se verá en otras oportunidades de la carta).
Resumen: en una polémica con fariseos y escribas Jesús confronta con la pureza ritual de los utensilios señalando que es en la inteligencia, en las decisiones donde surge lo bueno o lo malo, no en la pureza exterior.
El
Evangelio de Marcos, después del relato de la multiplicación de los panes
(omitido por la liturgia y reemplazado por el relato y discurso de Juan)
presenta un texto de discusión con “fariseos y escribas venidos de Jerusalén”.
Como en 2,16 el motivo del debate es algo ocurrido a raíz de lo hecho por los
discípulos (¿Marcos destaca lo que molesta a los escribas del accionar concreto
de los miembros de su comunidad?). La pregunta se remonta a la pureza ritual.
La pureza o impureza (que no hay que confundir necesariamente ni con suciedad
ni con pecado) es un hecho ritual. Hay determinadas cosas que vuelven impuro a
las personas (tocar cadáver – aún sin saberlo –, el contacto con sangre propia
o ajena, algunos temas sexuales…) y para poder participar del culto es
imprescindible purificarse (un problema siempre será el de aquella persona
que haya contraído impureza sin
saberlo). Y la purificación supone una serie de rituales. De esto encontramos
abundante material en el libro del Levítico. Aunque muchos de estos rituales se
aplican a los sacerdotes, la religiosidad propia – y la escrupulosidad – de los
fariseos amplificó todos estos rituales a su vida cotidiana. A esto alude el
largo paréntesis de los vv.3-4, sobre lo que hacen “los fariseos y todos los
judíos”. “Comer con las manos impuras” se repite encerrando este paréntesis
(vv.2.5) mostrando claramente que los destinatarios del Evangelio no son cristianos
provenientes del judaísmo sino de origen pagano. Este es el motivo por el que
muchos tenían utensilios de piedra y no de barro cocido ya que aquella no
transmite la impureza. El problema de la escasez de agua también es un tema que
ha de tenerse en cuenta, especialmente cuando el pozo estaba alejado y el
ánfora no podía ser demasiado grande (beber y cocinar era prioritario). De
todos modos, no todos los judíos eran tan escrupulosos, aunque – y es el caso –
sí lo eran los fariseos. Marcos finaliza el paréntesis diciendo que esas cosas
las hacen “por tradición”, es decir, costumbres heredadas del pasado. La
respuesta de Jesús les dirige un término que es muy duro y habitual: ¡hipócritas!
(en realidad, es la única vez que encontramos el término en Marcos, Lucas lo
utiliza algunas veces [x4] mientras es frecuente en Mateo [x15]).
Una
nota sobre el término “hipócritas”: el término, en realidad tiene su origen en
el teatro, refiere a la representación, a un personaje. Herodes el Grande
construyó varios teatros y anfiteatros en su territorio, e incluso parece haber
comenzado la construcción de uno en Séforis. Asimismo, sabemos que construyó
uno en Jerusalén, aunque la falta de restos arqueológicos hace pensar que
posiblemente este fuera de madera y no de piedra (ambos eran muy habituales);
allí celebró juegos gimnásticos en ocasión del triunfo de Pompeyo sobre Marco
Antonio, n Actium, pero luego no sabemos nada de este edificio. Séforis fue
destruida por los romanos a la muerte de Herodes y su sucesor en Galilea,
Antipas la reconstruyó e incluso la transformó en capital de su gobierno. La
reconstrucción de la ciudad, y la edificación de un importante teatro
requirieron un considerable número de carpinteros (tekton). Séforis queda a
menos de 6 kms de Nazaret. ¿Conoció Jesús – el campesino – la ciudad? No lo
sabemos, aunque quedando a menos de una hora de camino no es improbable, como
tampoco lo es que haya trabajado en ella ejerciendo su oficio. ¿Toma Jesús de
este ambiente el término “hipócritas”? También hay que notar que Jesús jamás
visita Séforis, según los datos que poseemos del N.T. Pero es muy razonable que
“el judío Jesús” intentara evitar una ciudad tan helenizada y que, además,
había empobrecido económicamente todos los pueblos del entorno.
Lo
que Jesús mostrará es que son “tradiciones humanas” y que no tienen su origen
en la voluntad de Dios. Y recurre para ello al profeta Isaías:
Isaías
29,13 (hebreo)
|
Isaías
29,13 (griego)
|
Marcos
|
Dice el Señor: Por cuanto ese pueblo se me acerca con
su boca, y me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos
de mí, y el temor que me tiene son preceptos enseñados por hombres.
|
Así dice el Señor: se acerca a mí este pueblo, con los
labios me honra y su corazón está lejos de mí, pero me dan culto en vano,
enseñan preceptos y enseñanzas de hombres.
|
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En
vano me rinden culto, ya que enseñan enseñanzas que son preceptos de hombres.
(vv. 6-7)
|
Obviamente
que las tradiciones son meramente humanas, y no deberían ser normativas.
A
continuación Jesús ejemplifica esto con un caso característico (omitido por la
liturgia). Este obrar en realidad anula la Palabra de Dios, y por tanto conduce
a la maldición. De hecho se ha transformado la tradición en un pretexto para
obrar según la propia voluntad y no según la Palabra de Dios.
En
v.14 encontramos un nuevo auditorio aunque el tema parece continuidad con el
anterior: la pureza ritual. Si a continuación encontramos a Jesús entrando en
tierra pagana (= impura) no parece que la posición y el destaque sean ajenos a
la intención de Marcos. Como en 4,3 comienza invitando a “escuchar”,
pero lo que importa no es lo exterior sino lo interior y – como en 4,9 –
concluye con “quien quiera oír, que oiga” (omitido). Como en 4,10 Jesús
se dirige a solas a los suyos, “en la casa”, y como en 4,13 les cuestiona la
incredulidad (¿no comprenden…?). La decisión se debe tomar en el corazón
(sede de las disposiciones), se debe “pensar bien” y a partir de allí tomar la
decisión de actuar el bien o el mal.
En
las primeras comunidades parece haber sido muy importante la observancia de las
normas judías. Y a continuación encontramos un importante “catálogo de
vicios” (como se ha visto en otras ocasiones, un “catálogo” se trata de una
suerte de “lista de pecados” propios del ambiente judío en territorio pagano
alertando, desde una mirada creyente, lo que se entiende como un mal en los
modos que viven los contemporáneos.
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