domingo, 20 de diciembre de 2015

A Mauricio le tiene que ir bien

A Mauricio le tiene que ir bien


Eduardo de la Serna



Si a Mauricio le va bien, al país le va a ir bien” nos enseñan los sabios de toda sabiduría, sin que nos expliquen por qué no decían lo mismo de Cristina. Trotskistas parecían es esa parte de su historia y repetían “cuanto peor, ¡mejor!” Pero hoy yo me pregunto si es realmente así como afirma el adagio.

¿Qué significa “que a Mauricio le vaya bien”? ¿Significa que haga lo que cree en conciencia que es lo mejor? ¿Significa que pueda implementar sus planes? Porque resulta que yo creo que si eso es así, al país le va a ir mal. ¡Muy mal! Precisamente por eso no lo voté. No le discuto legitimidad, son dos cosas distintas. Imagino – aunque con dudas – que los que lo votaron lo votaron para que haga “eso”. Pero no es que yo voté “al otro” porque Mauricio “no me gusta”, sino porque creí – y sigo creyendo, porque las elecciones no me hicieron cambiar de planteo – que la propuesta “del otro” era mucho mejor (sin ser ¡faaaa, qué buena!) o también, que la de Mauricio era tan mala que “el miedo” que Mauricio y sus políticas me provocaba y provoca me llevó a votar “al otro”. 

Entonces… “si a Mauricio le va bien”, ¿qué significa? Yo creo que a Mauricio le va a ir bien si a los pobres les va mejor, si aplica políticas de inclusión, si no se deja manejar por los poderosos a los cuales ¡nunca! les importaron los pobres y no le tiembla el pulso en enfrentarlos si es el caso, si tiene una mirada profundamente latinoamericana, si busca que todos tengan trabajo digno y dignas jubilaciones… y más, ¡mucho más! El tema es que esto no lo dijo, y – por lo que vemos – no quiere hacerlo. Quiere hacer lo contrario. Para hacer aquello debería sufrir un cambio copernicano en su política, eso que los cristianos llamamos “conversión”. ¿Posible? Siempre es posible. Pero muy difícil, porque “no se puede servir a dos señores – dice “un tal Jesús de Nazaret”, porque se amará a uno y se odiará a otro. No se puede servir a Dios y al ídolo del dinero”. Por tanto, me perdonarán los sabios de tanta sabiduría, pero como quiero que al país le vaya bien, que a los pobres les vaya bien, no quiero que a Mauricio le vaya bien (a menos que cambie, claro). O, para que se me entienda, no quiero que pueda aplicar sus políticas. Pero como lo digo democráticamente y así espero ser entendido, ya mismo empiezo a hablar de lo perverso de cada cosa, de cada discurso, de cada nombramiento… Porque espero que muchos, cada vez más, vean lo mal que le va a ir al país si Mauricio aplica sus políticas y nunca más el círculo rojo maneje las mentes, los votos y la vida de nuestro pueblo.


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