sábado, 19 de diciembre de 2015

¡Divino!



¡¡¡Divino!!!


Eduardo de la Serna




En lo personal juzgo genial a Mel Brooks, el gran director de comedias cinematográficas. Fiel a su estilo, hizo una parodia-homenaje del cine mudo en la película llamada “Silent Movie”, traducida (sic) al castellano como “la última locura de Mel Brooks” (¿?). Allí, un viejo director está dejando el alcohol y se dirige a su viejo estudio proponiendo una genialidad: una película muda. Pero una financiera, traducida al castellano como “Abarca y Devora”, pretende hundir el viejo estudio para luego comprarlo a muy bajo costo. Las reuniones de la financiera comienzan con una oración – o adoración – al símbolo pesos. 


Esto me recordó siempre un brillante artículo de Víctor Codina “el Dios de la vida y los dioses de la muerte” publicado hace muchos años donde hace referencias expresas al ídolo del dinero (mencionando expresamente al dólar y su lema “In God we Trust”). José Luis Sicre hace ya muchos años presentó en el Instituto Bíblico – donde hoy es profesor titular – su tesis doctoral “Los dioses olvidados” sobre la idolatría de las riquezas y los ejércitos extranjeros; su idea principal es que los verbos “confiar” y “estar seguros” sólo deben dirigirse a Dios (ni siquiera a las “cosas de Dios”, como la alianza, el Templo, etc…). Cuando se confía/está seguro ante lo que no es Dios (como confiar en los ejércitos o estar seguros en las riquezas) se entra en el terreno de la idolatría. No hace falta señalar que Jesús de Nazaret – como buen judío – siguió en esa misma corriente destacando que no se puede “servir al dios dinero” – Mammona – porque se aborrecerá a Dios, y que además el César debe “devolverle a Dios” lo que le ha quitado haciéndose él mismo divino.


Esta actitud hacia el dinero es inseparable de la actitud frente a los pobres. La actitud o mirada bíblica – particularmente de los Evangelios – frente a los `pobres es inseparable de la actitud frente a los ricos (es evidente que es imposible que un camello pase por el ojo de una aguja). 


Los obispos latinoamericanos en Puebla retomaron el tema de los ídolos destacando que nada es más liberador que decir “Sólo al Señor adorarás” (491). 


En esa misma línea teológica fue muy frecuente escuchar al beato Oscar Romero, obispo mártir de El Salvador hablando de la derecha y su “dios dinero”: “Cristo dijo un día: No he venido a traer la paz sino la división, y habrá división hasta en la misma familia, porque unos quieren vivir más cómodamente, según los principios del mundo, del poder y del dinero, y otros, en cambio, han comprendido el llamamiento de Cristo y tienen que rechazar todo lo que no puede ser justo en el mundo” (13/11/77). “La denuncia de la idolatría ha sido siempre la misión de los profetas y de la Iglesia. Ya no es el dios Baal, pero hay otros ídolos tremendos de nuestro tiempo: el dios dinero, el dios poder, el dios lujo, el dios lujuria. ¡Cuántos dioses entronizados en nuestro ambiente! Y la voz de Oseas tiene actualidad también ahora para decirle a los cristianos: No mezclen con la adoración del verdadero Dios esas idolatrías. No se puede servir a dos señores: al Dios verdadero y al dinero. Se tiene que seguir a uno sólo” (11/6/78).


El tema del “dios dinero” también es frecuente en los discursos del Papa Francisco: "Luchemos todos juntos contra el ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, en el que manda el dinero" (8/11/15). “Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común… nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero” (9/7/15).


Sin duda que hablar de “ídolos” supone culto, templos, ofrendas, víctimas, sacerdotes… Y acá me permito – para concluir – una referencia a los idólatras locales. “El mercado” (así llamado, personal, como entidad) fijará el precio del dólar, esa “mano invisible” es la que regula. Sólo cuando se derrame caerá sobre los de abajo “el sobrante” (que nunca cae). Sacerdotes como Thomas Griesa tienen la garantía de la ortodoxia, “y lo que Griesa termine diciendo, eso hay que hacerlo”. Por cierto en el altar del Mercado se inmolan al Dios dinero millones de pobres, niños, jubilados que se sumergirán en la pobreza como “efectos colaterales”. El Mercado aparece como el Dios omnipotente y omnipresente, invisible y todopoderoso que decide la suerte de los pobres, las víctimas en las que la UIA, IDEA, La Mesa de Enlace, AEA y tantos sacerdotes ofrecen el rito de la “compra-venta” en los Templos bancarios y financieros que “abarcan y devoran” para alimentar a Moloc, o a Saturno-Cronos el dios que devora a sus hijos. 


Elegir entre “el mercado” o “los pobres” parecería ser el desafío. Los pobres como “vicarios de Cristo”, el “mercado como dios de muerte”. En lo personal no tengo dudas, sé bien a quien no voy a votar.



Diseño tomado de prometeoulises.org

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