sábado, 19 de diciembre de 2015

El día del cura

El día del cura


Eduardo de la Serna



Desde hace muchos años que el 4 de agosto se celebra “el día del cura”. “Cura” viene del latín, “cuidado”. De aquel que tiene la responsabilidad, el cuidado de las “almas” de una localidad, o parroquia. El “cura” originalmente era el “párroco” (lo que ocurre, además, es que en regiones campesinas, por ejemplo, el párroco era a su vez el único “cura” de la zona. En caso de parroquias grandes era  habitual que hubiera un “teniente cura” para ayudar las decisiones de quien tiene la responsabilidad. Así, el “cura de Ars”, pequeña localidad de campo francesa fue propuesto como modelo de cura y patrono de los “curas”. El Papa Benito XVI, que proclamó un “año sacerdotal” (en lo personal no entendí esa cuestión de que cada año fuera declarado “año de…”) y propuso al cura de Ars como modelo de “todos los presbíteros”. Esto se celebra el 4 de agosto.

Pero sin cuestionarle ni un cachito de su santidad, muchos no vemos nuestro ministerio reflejado en la persona del cura de Ars, sea por tratarse de una realidad abismalmente diferente a la que nos toca vivir, o incluso – dada la multiforme dimensión y aspectos que el ministerio ordenado puede tener – no nos vemos plenamente reflejados en el “modelo” que se propone. Pero…

Pero un 4 de agosto, muchas décadas después, en un perdido país del sur, ocurrió un “accidente”. El obispo de La Rioja, Enrique Angelelli fue asesinado por una dictadura cívico militar que disimuló cobardemente su crimen con el aval cómplice de la inmensa mayoría de la cúpula eclesiástica. El “accidente” fue que esto ocurrió “casualmente” un 4 de agosto, y que tiempo después muchos empezamos a ver en la figura de “san Enrique de Los Llanos” un modelo de pastor, comprometido con su pueblo, dispuesto a dar la vida por ellos. Y entonces, “accidentalmente”, el 4 de agosto fue resignificado. 

Un mártir de los nuevos tiempos, de los asesinados por sedicentes “cristianos”, de los que mirando el Evangelio y el pueblo supieron sacar consecuencias nuevas. Siempre nuevas. Con la novedad del Reino y la novedad del Espíritu. Y con esa novedad en el corazón buscar vida para todos, justicia y paz, empezando por los pobres para que a esos todos llegue la esperanza y la buena noticia.

Es de soñar que aquellos que en “san Enrique” miramos un nuevo cura para una nueva iglesia posible, en estos tiempos de chantajes y presiones, de mentiras e impunidad de los poderosos, sepamos abrir caminos, iluminar senderos y hablar siempre “con un oído en el Evangelio y otro oído en el corazón del pueblo”.


Foto tomada de www.prensared.org.ar

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.