sábado, 19 de diciembre de 2015

¡Yo les avisé!



“Yo les avisé”


Eduardo de la Serna



La frase “yo te dije” suele ser eficaz para el que la pronuncia pero – habitualmente – no para el que la escucha. Decenas de “sí, pero…” motivan el no haber escuchado lo que se decía. Algunos quizás sean reales, pero la inmensa mayoría parecen modos de auto-convencerse por no haber hecho lo que empieza a quedar cada vez más claro que “debía”.

Y esto se puede aplicar a cosas muy personales: “te dije que fulano/a no te convenía”, “te dije que esto iba a pasar”… hasta lo global: “te dije que si en las elecciones ganaba Macri todo iba a aumentar”… Y acá es donde me pregunto por el rol que juega en todo esto lo inconsciente. O más precisamente, lo que no es “racional” y por lo tanto algo que vuelve a la persona o al grupo incapaz de analizar lo que podía o no ocurrir, sino que lo que lo movió a obrar contrariamente a lo recomendado fue algo que fue “por otro lado”. Sean estos los sentimientos, la imaginería, gustos o disgustos, o hasta casi un “no poder”. Escuchar o leer algunos comentarios frente a situaciones de este tipo me hacen pensar que nos movemos en dos niveles inconciliables de diálogo o análisis. Y por lo tanto en un encuentro imposible. El problema, parece, es que cuando finalmente se puede dar este encuentro porque ambos análisis se dan en el mismo campo, entonces es demasiado tarde. Lo anunciado, lo vislumbrado se ha desencadenado. Y a veces el “yo te lo dije” no sirve demasiado, más que para humillar al otro, o para descargar bronca.

Queda, además, y depende el tema en cuestión, la negativa sistemática a entender que lo que ocurre es por la decisión tomada. El poderosísimo aparato publicitario que son los Medios de comunicación ha demostrado que es muy probable que cuando mañana – sino ya hoy mismo – algunos empecemos a repetir “yo te dije”, las miradas se dirijan hacia otro lado y los culpables o responsables sean pensados otros y se mantenga invulnerable el sujeto (mientras les sirva a los CEOs). 

En fin… algunos “hemos avisado”, en lo personal y en lo social y político. Algunos han elegido no escuchar. En el Israel bíblico, cuando la elite estaba cautiva en Babilonia, Dios envía a Ezequiel a hablarle a su pueblo. Pero sabe que no será escuchado. Sabe también que eso puede servirle de excusa a Ezequiel para no hablarle a los suyos. Aunque no lo escuchen es responsabilidad del profeta hablar ya que no es “para sí mismo” que es enviado, sino en función de su pueblo. El día de mañana, Israel no podrá decir “yo no sabía” porque hubo uno – Ezequiel – que habló en nombre de Dios. Puede ser frustrante para el enviado, pero Dios no se desentiende de su pueblo, es éste el que ha elegido no escuchar a Dios. Mañana, Dios le repetirá: “yo te dije”.


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