sábado, 19 de diciembre de 2015

Crónicas salvadoreñas 4

Crónicas salvadoreñas 4


Eduardo de la Serna



Domingo: Me quedaron algunas cosas por comentar de lo vivido en estos días. Ya estamos volviendo.

De la homilía del cardenal Amato destaco algunos elementos, fundamentales para la “domesticación” (que Verbitsky llamó “pasteurización”, y Sobrino dio “Romero aguado”). Para empezar, dijo que Romero “no es signo de división”. Curioso que se diga como meritorio algo que Jesús afirma de sí mismo que sí es. El que “ha venido a traer división”, padres contra hijos, etc… Ahora pareciera que eso no es así. Me parece que de aquí se vislumbran varios elementos: para empezar, el miedo pánico que tiene la jerarquía al conflicto. Como en la liturgia, parece que los obispos quieren un mundo irénico, suave, manso y tranquilo. Es decir, como no es el mundo. La sociedad está confrontada constantemente con las tensiones del conflicto. Se lo llame “lucha de clases” o como quiera. Pareciera (como también al hablar de la realidad argentina) que quieren aparecer como corchos que flotan y que tratan de amansar las olas. El conflicto existe, y en El Salvador eso se ve. Cuando se trata de disimular el conflicto existente, es evidente que se quiere “quedar bien con Dios y con el diablo” y de ese modo, se escoge al diablo. No hay dudas. Querer disimular, invisibilizar o negar que los poderosos ponen e imponen, que fueron responsables ideológicos y económicos de las causas de la guerra, que los medios hegemónicos de ayer y hoy muestran hasta la exasperación lo que favorece a la derecha y lo que perjudica a los sectores populares todo eso es, cuanto menos, funcional a la derecha, si no cómplice. El conflicto existe, y la Iglesia, si quiere ser fiel a Jesús, debe ubicarse en un lado, el de los pobres. No se trata de alentar el conflicto, o de estigmatizar (ni – por cierto – eliminar) a los sectores de la oligarquía, pero se trata de estar, en medio de la tensión allí donde están los pobres. Ubicarse en otro lado pondría a la Iglesia separada de Jesús y de su pueblo.

En la misma línea, Amato también dijo que “su opción por los pobres no era ideológica sino evangélica”. Esto me resulta la más absoluta nada. ¿Qué quiere decir eso? Es evidente (como tantos en la Iglesia) que le tienen miedo a la palabra “ideología”, como si eso no lo hicieran desde otra ideología. También que pareciera que “ideología” es “izquierda” (especialmente dicho por quienes parecen querer mostrarse como de “centro” o de “equilibrio”). Además, parece esconder veladamente la vieja teología de las dos historias: que hay una historia profana y una historia sagrada. El Reino de Dios es algo que Dios quiere proponer, que quiere gestar en medio de la historia. ¿O acaso Amato piensa que si yo trabajo para que los pobres tengan trabajo o tengan pan, que los campesinos no sean masacrados, que haya educación o salud para todos es bueno si lo hago desde el Evangelio pero malo si lo hago desde una “ideología” (además de que es evidente que cierta ideología, de derecha, jamás hace nada en favor de los pobres). La opción por los pobres es opción por los pobres y punto. Y eso sin duda es ideológico. Que sea movida por el Evangelio es otra cosa. Muy diferente hubiera sido que dijera “movido por la fuerza del Evangelio Romero optó por los pobres”, pero el miedo episcopal lo llevó a decir otra cosa, muy distinta. Muy funcional.

Otro elemento en la misma línea es el tema de la violencia. Como muchos obispos tienen introyectado que “izquierda es igual a violencia”, se repitió con insistencia que Romero condenaba la violencia por igual, proviniera de la izquierda o de la derecha. Eso, me parece, quiere ubicar – una vez más – al neobeato como un corcho. Y, además, como que no tomaba partido. Y hay que insistir una y otra vez: Romero tomó partido por los pobres. Allí se “paró” para mirar y para hablar. Y es evidente que Romero confrontaba con la violencia, viniera de donde viniera. La carta pastoral sobre la violencia lo deja bien claro; lo mismo que su candidatura al premio Nobel de la paz (lo ganó la Madre Teresa, ese año. Obviamente los electores parecen haber tenido en cuenta el tema de los pobres, ese año. Y parecen haber mirado alguien que no miraba el conflicto… Irónicamente me pregunto: ¿Habrá habido obispos entre los votantes? ¿Habrá habido voces episcopales que exaltaron a la Madre Teresa para que Romero no aparezca?. Pero nunca sin un serio análisis de los distintos tipos de violencia. No toda la violencia es igual. Romero alentaba la “violencia de la no violencia”, el desarmar al adversario con la paz. Pero así dicho, es claro que pareciera decir que en medio del conflicto Romero no tomó partido. Y sí, Romero quedó del lado de los pobres. “Matan a sus mismos hermanos campesinos”. Tan violento resultó el “no matarás”, que fue asesinado al día siguiente.

Y esto me lleva a otra pregunta: si resulta tan, pero tan evidente que su opción era evangélica (cosa que no parece haber entendido así Juan Pablo II cuando lo confrontó), que condenaba la violencia, que no alentaba la división… ¿por qué tuvo tanta oposición dentro del episcopado salvadoreño y curial? ¿No será – entonces – signo de que muchos obispos salvadoreños, y cardenales de la curia romana alentaron la división, fomentaban la violencia y estaban motivados ideológicamente? En eso, parece casi una palabra mágica para la piedad curial que Romero fue “matado durante la celebración de la misa” (antes de presentar las ofrendas, no – como tantos malienterpretan una película – en la consagración del cáliz). Eso le da una nota maravillosa de piedad, como también su lema episcopal: “sentir con la Iglesia”, también insistentemente repetido. Dos notas fundamentales para la domesticación.

Contrastante con Amato, mons. Paglia, el postulador de la causa, al menos tomó elementos positivos y destacables, como ya dije. Él insistió que “hoy continúa la misa interrumpida el 24 de marzo y la interrumpida en su funeral” (incluyendo – como lo hizo en una segunda intervención – a los miles de matados en el conflicto. Fue el único que tuvo en cuenta que el pueblo ya lo ha canonizado antes que la jerarquía, lo que nos hace saber que a esta sólo le toca escuchar (antes que hablar), mencionó a Rivera y Damas, a Rutilio… lo destacó como profeta… Fue un poco de alivio en medio de tanta coreografía vaticana.

El texto del Papa insistió en la “reconciliación del país”. Es muy difícil esta reconciliación con la impunidad de la amnistía. No sé qué sabe y de qué fuentes abreva Francisco para conocer la realidad de El Salvador. Si esta es la curia, la nunciatura, imagino que la información será totalmente sesgada, ¡y parcial! (parcial porque sabemos en qué parte suelen “pararse” los obispos para analizar. Los obispos de tiempos de Romero son un buen ejemplo de esto. Los argentinos también. Por ejemplo, la situación actual (esto significa especialmente el tema de las maras) Rodolfo Cardenal afirmó sin dudarlo un segundo que “es peor que la de tiempos de Romero”. La cantidad de muertos diarios es espeluznante (en un país tan chico: en más pequeño que la provincia de Tucumán). Por ejemplo, en la misa participó el alcalde de Santa Tecla: Roberto d’Abbuison (h). Y si bien es cierto que el hijo no es responsable de las posiciones tomadas por el padre (la hermana del asesino, por ejemplo, lo ha denunciado públicamente y tomado posiciones francamente contrarias). Pero en una sociedad herida, una persona con esta historia no hubiera debido estar en el escenario de la misa.

Dos notas finales: Es evidente que en estas circunstancias la derecha (e incluyo claramente a las oligarquías en este grupo, e incluyo a los obispos en general) siguen estando de acuerdo con lo que han hecho. No hubo ni hay un pedido de perdón. Los empresarios, las fuerzas armadas, los obispos que participaron de la misa no pidieron perdón por su parte de responsabilidad en el asesinato de Romero (a quien, insisto, no lo mató “una bala traidora” sino un sicario, francotirador (que según parece, estuvieron practicando en una finca cercana), ex guardaespaldas de un ex presidente, instigado por Roberto d’Abbuison. ¿Por qué tanto miedo de nombrarlo? ¿Creen acaso que contribuirá a la reconciliación de El Salvador negar la historia? Para el martirio, crimen, asesinato de Jesús de Nazaret fue necesario Pilatos (y lo repetimos en cada misa en el Credo)… y para Romero fue necesario d’Abbuison, y para Angelelli, Menéndez. Las instituciones responsables: iglesia empresarios, fuerzas armadas fueron responsables, y si bien los gestores materiales ya no están, la Institución debiera manifestar su responsabilidad. A eso se llama “reconocimiento de los pecados y propósito de enmienda”, que se dice indispensable para la reconciliación sacramental.

Demasiado público es el pecado que enlutó a El Salvador como para taparlo políticamente con una amnistía que impide conocer la verdad, y una actitud episcopal de “aquí no ha pasado nada, somos todos hermanos”. Negar la historia significaría seguir manteniendo en el olvido a Romero. No ahora en cajones curiales, sino en una beatificación endulcorada, en un Romero que nos resulta totalmente distinto al “Romero de la historia”. Pero, por suerte - ¡y lo hemos visto! – más allá de esto, o a pesar de esto, Romero resucitó en el pueblo salvadoreño. Está vivo. Y sigue andando en los cantones y cantando los cantos populares.

Para terminar nuestra peregrinación decidimos descansar y nos dedicamos, después de la misa a un poco de “turismo”, y fuimos a las ruinas mayas de san Andrés y Joya de Ceren. En las primeras se ve que por arriba, en tarimas lejanas y distantes andaba la oligarquía, mientras abajo andaban los campesinos que no podían ni juntarse. En la segunda, vimos una ciudad tapada por un volcán tipo Pompeya, en la que se vió que ante el peligro debieron huir dejando todo para no ser matados. Ambas cosas una buena síntesis de todo lo que vimos en estos días.

Imagen tomada de www.aleteia.org
Y toca volver a casa…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.