domingo, 20 de diciembre de 2015

¿Dónde estamos?

¿Dónde estamos?


Eduardo de la Serna


“-La culpa es tuya. ¡Mirá cómo llora ese chico! Vos lo politizaste, y ahora ahí lo tenés. Llorando desconsolado” le decía la abuela a la mamá de Camilo. Camilo no podía con su alma. Parece que para la abuela es mejor que Camilo crezca sin saber.

Camilo tuvo su debut cuando fue a la Plaza el 24 de marzo. Allí vio, oyó, bebió cantos y olores. Vio pañuelos y sobre todo vio que no había odio. Que el “nunca más” no era “paredón” sino “juicio”, que no era venganza sino propuesta.

Los que tenemos más plazas que boliches entendemos a la mamá de Camilo. Y a cientos de papás y mamás, amigos, conocidos y con los que hemos compartido calles y plazas. Y las seguiremos compartiendo.

La resistencia empezó hace décadas con tiza y carbón. Las calles hablaban, a veces con pequeños signos como una P sobre una V. Eso bebí yo de chico en una familia antiperonista. Y que lo sigue siendo. “Para peor” no tuve mejor idea que ir en mi adolescencia a colaborar a la villa 31. Allí también bebí olores, llantos y fiestas, las aguas servidas y los chamamé. Y ‘el pueblo’ me enseñó que había otras cosas, otras miradas y otras apuestas. 

Y recuerdo a mi querida Fer, que también creció en tierra antiperonista, pero supo educar el paladar, los oídos y el olfato; y un día, en medio de la gente se encontró cantando “sus cantos”. Su marcha. Y recuerdo a Juan, Alejandro, el Pardo, Javier, Namba, y otros… y otras… que sembraron vida. Y a Carlos, Enrique, Pablo, Jorge. Y a aquellos que debieron dejar todo para poder seguir vivos yendo lejos donde los asesinos no los encontraran. Recuerdo simplemente porque elijo recordar. Porque no puedo ni quiero olvidar. Porque la memoria no es sólo pasado, es sobre todo futuro.

Pero no me quiero ir demasiado lejos. Asumimos en la parroquia donde estamos, en Solano, el 25 de mayo de 2003. Justo el mismo día que Néstor Kirchner asumió la presidencia de la república. Es decir, puedo contar con nitidez y precisión cómo estaba el barrio entonces y cómo está ahora. Qué pasó en todo este tiempo. Y no me refiero a las calles asfaltadas en campaña electoral (que también cuentan, porque el asfalto sigue allí). Me refiero al trabajo, a la construcción, a los autos, a la cara de la gente. A los carros con o sin caballo pero con perros, a los depósitos de recolección para discriminar latas, plásticos y vidrios, a los basurales. Me refiero a esos olores, colores y llantos, caras sufridas y caras festivas. Nadie me contó el cambio. 

Por eso hoy no puedo explicar muchas cosas… y espero leer y escuchar muchos análisis, comentarios que nutran y ayuden a pensar. Hoy sólo se me ocurren algunas pocas cosas…
Que el enemigo (y uso “enemigo”, palabra dura, fuerte pero no menos cierta) es terriblemente poderoso. Y me refiero a la propaganda, a los Medios de comunicación, a una “campaña” que no empezó hace pocos meses sino hace muchos años, y pienso en el 2008. Con paciencia de depredador fue inoculando el virus del desánimo, la amargura, el hastío… Para que cada tanto apareciera en otro lado la “buena onda”, las de “amor y paz”, la del que está con ‘la gente’. Nada racional – eso no sirve dijo el maquiavélico asesor – hay que ir a los sentimientos. Y la mala onda y su contraste de globos, colores, música y sonrisas impostadas con tonos amables y puesta en escena pentecostal fueron prendiendo. El virus se combate con un cambio, debemos salvar el cuerpo social. Juntos. ¡¡¡Todo tan lindo!!!

Cuando Belén fue abusada y pudo ponerlo en palabras se desató la tormenta. Hubo conciencia de nombres, caras, complicidades, cobardías, silencios. Y hubo también el clásico “no me cuentes”. No querer saber, no querer ver. No oír. Como los famosos monos… Es que – valga la perogrullada – el dolor es doloroso. Y si no sé, no duele. No, al menos, hasta que no nos toque. No darnos cuenta se parece bastante a la anestesia. Es una suerte de ombliguismo, propio de algunos grupos (o de los que quieren o creen serlo). 

¿Será que ‘el pueblo nunca se equivoca’ como se decía? Claro que habría que ver qué es pueblo en este caso de prácticamente empate, y – si decimos que no se equivoca - ¿en qué es que no se equivoca?, ¿qué dice? No está de más un buen análisis sensato, mesurado, pacífico y desapasionado (por tanto, análisis que yo no puedo hacer) sobre qué dijo el ‘pueblo’. Empezando porque parece que es distinto ‘el pueblo’ que ‘la gente’. Porque a veces hay contradicciones “en el seno del pueblo”, o hay traiciones, o antipueblo, como se decía. O a veces hay “descanso”. O rabia. ¿Qué dijo el ‘medio-pueblo’ (a lo que le descontaría ‘la gente’ si se pudiera)? Es muy pronto para decirlo, creo. En teología se habla de la ‘recepción’ como un “decir del pueblo (de Dios)”, pero como algo que se ve, lee o entiende luego de lustros, o décadas… Nunca ‘mañana’. Por tanto dejo esto para dentro de un tiempo… Y me pregunto, entonces, ¿qué dijeron los que no son parte del pueblo pobre, los agentes de pastoral, los ilustrados…? ¿Qué dijeron los que rechazan – y ya empiezan a reclamar – que se terminen con los juicios por los crímenes de lesa humanidad? ¿Qué dijeron los que desprecian a los pobres de Santiago del Estero (y a los “negros” de Humahuaca, que no pudieron entrar al show de cierre ¿será por eso que en Humahuaca Cambiemos no ganó?), a los que tienen la ‘ayuda’ de un ‘plan’ o a los que van – vamos – a la plaza del encuentro? ¿Qué dijeron los que hablan de ‘la yegua’, la ‘morsa’, o simplemente de los ‘KK’? ¿Qué dijeron los lectores de Clarín-Nación, los que ven Lanata o Mirta Legrand, o los seguidores de Carrió o de la UCR residual? En realidad – y podría seguir – sé lo que dijeron. Y no me interesa. Ese no es ‘el pueblo’, evidentemente. Y sus voces o letras merecen mi desprecio. ¿Qué ahora son gobierno? No lo dudo. Y lo son legítimamente. Pero yo, legítimamente estoy en la vereda de enfrente, en calles y plazas. Y esperando. 


Dibujo tomado de eso-patodos.blogspot.com

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