sábado, 19 de diciembre de 2015

Un economista cita (mal) a San Pablo

Un economista cita a San Pablo



Eduardo de la Serna




Hay veces que uno sospecha que ya ha llegado al colmo de la sorpresa, pero ¡no! Resulta que una y otra vez nos sorprendemos con cosas hasta ayer impensadas. Podríamos pensar en la creatividad que significa para ciertos medios que una vedette que “lee y escribe con dificultad” sea el ariete político de algunos, o que un mismo conjunto presente dos candidatos porteños a fin de parecer diferentes. Pero debo confesar que hoy mi sorpresa llegó al éxtasis al ver una nota de Orlando Ferreres en el diario “tribuna de doctrina”, paladín de la derecha y el establishment, aunque bastante venido a menos, debemos reconocerlo vistas algunas firmas. La nota de marras se titula “San Pablo y los políticos argentinos” [http://www.lanacion.com.ar/1806540-san-pablo-y-los-politicos-argentinos]. Y cuando uno esperaría que aludiera a la ciudad brasileña, caracterizada por su política conservadora y liberal, resulta que ¡no!, se refiere a Pablo, el apóstol; ¡el economista cita la Biblia! No repuesto de mi asombro leo la nota y ya no me asombro porque sé que estoy leyendo La Nación. La “normativa paulina” del “exégeta” toca a políticos, empresarios y sindicalistas, sin mención alguna a economistas. Parece que “ellos” no tienen “moral”, simplemente buscan que “los números cierren” (y con gente afuera, preferentemente). Quizás podamos suponer que el error de los políticos es no dejarse manejar por los economistas, pero eso no lo dice (esta vez). Tampoco me detengo en la lista de cosas que “¡los políticos hicieron mal!” sin aludir a su propio paso por la función pública durante ¡nada menos! que el menemato. Tampoco a que no se entiende qué tiene que ver su mirada crítica de la reelección con lo que está diciendo… Dejo todo eso para que siga en el universo de la nada. Pero quiero ir a lo mío, a San Pablo.


No sé qué conocimientos de Biblia tiene el economista (sancionado por el gobierno por falsear índices económicos, y eso es “malo”, señor Ferreres), y de San Pablo en particular. Parece no tenerlos. Cita un texto aislado, y totalmente sacado de contexto (que nos recuerda cuando su jefe político citaba los dos únicos textos que conocía sobre los pobres y sobre los tibios). Pablo está hablando de “la Ley” y en el texto se refiere a la Ley judía (la Torá). Esto también se ha usado para señalar el antisemitismo de Pablo, pero no es el caso comentar semejante absurdo leyendo a “Pablo, el judío”. Pablo está aludiendo a la incapacidad, la debilidad para ser plenamente fieles a la voluntad de Dios. Es para eso que Dios dio “la ley”, pero esta no ha alcanzado su objetivo. Por eso Pablo señalará, más adelante, el rol del “espíritu” como el que nos da la fuerza (la gracia) para poder lograr el objetivo de la fidelidad. De hecho, precisamente lo que está destacando acá (y sería escándalo para la pseudo-exégesis del economista) es que estando unidos a Cristo somos libres del pecado, libres de la muerte y libres de la ley. Pero llevando al sumum su exégesis, el gracioso afirma que el pecado, “en política se llama corrupción”. Yo imaginaba que lo que es contrario a la voluntad de Dios (de eso se trata todo) es que haya pobres; y las causas no parecen estar en la corrupción sino en modelos que alientan y favorecen a los ricos, a la explotación, la desocupación, excluidos, hambre… Lo que Dios quiere (Dios, Ferreres, ¡Dios! No el FMI… ¡Dios!), es que todos vivan, y vivan plenamente. Todos. Todo lo que se opone a eso es el pecado. Así, “el pecado”, como una fuerza que domina, y que mata. El pecado en política se llama hambre, se llama exclusión, se llama desocupación, se llama “neoliberalismo”. El pecado, en política se llama “modelo que se desentiende de los pobres”, mal que a usted le pese. 


Pablo está hablando de que para ser fieles a la voluntad de Dios muchas veces, generalmente, no nos alcanzan las fuerzas (“hago el mal que no quiero”), es ahí donde Dios interviene – eso es la gracia – aproximándose a la humanidad para que pueda obrar “el bien que quiero”. Si quiere seguir podríamos decir que muchas veces queremos hacer el bien, pero “el mal” se nos impone desde fuera impidiéndolo; ¿quiere pensar en corridas bancarias, presiones, buitres o vinchucas, FMI o BM? No estaría lejos de hacerlo desde el espíritu paulino. ¿Sabe que todo el contexto de la carta a los romanos – y Pablo en general – es sumamente crítico al imperialismo (romano, obvio)? ¿O esa parte mejor la obviamos?


Sr. Ferreres, ¡no tome el nombre de Dios en vano! Dedíquese a la economía que a juzgar por sus aciertos bastante mal le va, pero si juzgamos por sus mandantes debe sentirse feliz. Dedíquese a eso, cierre la Biblia… o –preferiblemente – deje que la Biblia le abra los ojos y aprenda a ver a Dios presente en los pobres y viva para ellos, así seguirá una conducta según el espíritu (Romanos 8,4), si me permite, ¡se lo recomiendo!




Foto tomada de www.canalred.info

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.