domingo, 20 de diciembre de 2015

Lavarse las patas

Lavarse las patas…

Eduardo de la Serna

En la Biblia, el número siete es sinónimo de plenitud, de perfección. El diez es un número pequeño (en contraste con el mil). Podríamos imaginar, entonces, que setenta años es un estado de plenitud en el que vivimos (todavía) poco tiempo. Más en contraste con el “cien”, como La Nación, que sigue conmemorando “el centenario” porque el “bi” lo tiene como escarbadientes en el corazón. Se suele decir que los días más felices han sido peronistas, y sólo desde afuera alguien podría negarlo. Es todavía poco tiempo de felicidad, pero soñamos más. Vamos por más.
Hoy leo que Mauricio Macri, el candidato “anti fuentes” dice que de ser presidente el año que viene irá con todo su gabinete al coloquio de IDEA a “consensuar” políticas. ¡Horror! ¡Por Dios! Claro que es razonable que busque ideas fuera a quien no se le cae una, a menos que venga duranbarbamascada. Y regurgitada. Es decir, escuchar a los pobres ¡no! Claro que ya nos explicaron que los votos de los pobres no sirven, como Tucumán, Chaco, y Santa Cruz lo demuestran. Es decir, sólo valen los de Córdoba, Santa Fe y CABA. Es decir, los votos no peronistas…
Lo que me recuerdan viejos tiempos (ideales para algunos) en que “un partido” estaba proscripto, no se podía decir “Perón” y me acuerdo cuando era chico que mi viejo me llevó a la cancha a ver a Boca (a pesar que él era de Racing) y antes de empezar el partido vemos una corrida en la tribuna, entró la policía a buscar a uno que había cantado “la Marchita”. Yo no entendía, y mi viejo que era antiperonista me dijo por toda respuesta “shhh”. Tuve que esperar años después a colaborar en la villa 31 para tener otra mirada. Y me doy cuenta que algunos quieren dejarse enseñar por los de IDEA y otros queremos aprender de los pobres. El gran obispo Pedro Casaldáliga dice que a mons. Romero “los pobres le enseñaron a leer el Evangelio”. De eso se trata.
Y hace 70 años los de los márgenes, los que no les importaron los puentes levantados, el subsuelo de la patria sublevada, “se lavó las patas”.
Y hoy veo que Massa quiere el ejército en los barrios humildes para combatir a los narcos. Curioso. ¿O combatir a la competencia? ¡Porque los tiene tan cerquita! (casi como que basta con mandar al COT, Comando Operaciones Tigre, ¡y listo!). Los pobres, siempre, son los culpables de todo para cierta gente. Y veo a Mauricio que dice 3 cosas: que no le va a quitar “la ayuda a nadie” (no es “ayuda”, Macri, es ¡derecho!), que no va a “cambiar las cosas que sí se hicieron bien” (pero siempre dijo que todo se hizo mal, si hasta ayer dijo que “el kirchnerismo va a ocupar una página chiquita de la historia”) y finalmente que “no te voy a dejar solo a vos” (¡gracias papito! Pero me enseñaron que ¡más vale solo que mal acompañado!).
Y si veo las patas en la fuente, veo inclusión. Y exclusión. “No nos vamos a pelear con nadie” ¿Y cómo hacés historia sin enfrentarte con los injustos, los perversos, los opresores? ¿O vas a consensuar con ellos? ¡Ah, sí! ¡Cierto, lo dijiste!
Hace 70 años algunos se lavaron las patas, otros vieron en eso una suerte de blasfemia, de profanación. El centro es de los centrales, las márgenes de los marginales, ¿no? Pero quisiera señalar que en ese hecho, esos anónimos, como es anónimo el pobre, los “negros”, los “grasitas”, o – como dice Mauri o Sergio, “la gente”, en ese hecho no sólo se lavaron las patas, sino que también nos lavaron la cabeza a unos cuantos. Y con la cabeza fresquita y no llena de “todo noticias” infames, voy a votar el domingo. Y las patas en la fuente van a seguir inspirando mi voto.

Foto tomada de realidadsm.com.ar

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