sábado, 19 de diciembre de 2015

¡Silencio!

¡Silencio!


Eduardo de la Serna



¡Palabra extraña esta de “silencio”! Es poner nombre a todo lo contrario. Es hablar lo callado, es decir lo no manifestado. Pero…

Muchos amamos el silencio. Es el espacio apto para la reflexión, meditación, oración. Es propicio para pensar, es una suerte de caldo de cultivo del pensamiento. Pero…

El silencio también puede ser ominoso, puede ser terrible. Hay silencios de muerte, de negación, silencios de rechazo o desprecio. Si muchas veces es difícil interpretar las palabras, ¡cuánto más difícil es interpretar los silencios! Se suele decir que “el que calla otorga”, lo cual a veces es cierto. Otras no. Pero…

Los signos y símbolos suelen ser palabras silenciosas. Un beso suele ser un “te quiero” dicho en otro lenguaje (aunque existan Judas y Astiz), un mate suele decir un “compartimos” en “clave popular”, unas manos en alguna posición pueden indicar banderías políticas, un aplauso (ya no es silencioso, pero no tiene palabras) indica acuerdo o placer u homenaje, una lágrima o una sonrisa indican estados de ánimo… Pero…

Pero lo cierto es que el silencio “dice”. Algo dice y debe ser interpretado. Obviamente el que elige callar es quien puede aportar la clave interpretativa, pero… Pero otros pueden interpretar a su vez, añadir, releer, apropiarse.

¿Qué es una marcha de silencio? Una marcha dice algo: puede ser una peregrinación religiosa, en la que el grupo (pueblo de Dios) tiene una dirección (un santuario) y lo que dice es su fe; o puede ser política. De apoyo o rechazo a algo, o a alguien.

La reciente marcha del silencio organizada por un grupo de impresentables me invita a algunas reflexiones, precisamente sobre su silencio.

Y dejo de lado lo que dijo Hebe de Bonafini (que lo comparto) que eso es no comprometerse (además de que de golpe alguien levanta una bandera terrible y nadie la hace bajar, con lo que el silencio es adhesión); y dejo de lado lo que dijo la presidenta (que también comparto) de que a veces algunos no hablan porque no tienen nada que decir. Por eso no hablan en el Congreso, no debaten leyes y propuestas. Me detengo en otros elementos:


  • La aplicación de la ley de Servicios de Comunicación audiovisual (= Ley de Medios) sigue convenientemente cajoneada. La justicia brilla por su ausencia, el poder judicial hace silencio.
  • La investigación de la causa de los delitos de lesa humanidad relacionados con la apropiación de Papel Prensa sigue durmiendo en cajones judiciales. Nuevamente el poder judicial hace silencio.
  • La causa JP Morgan referido a millonarias fugas de divisas, denunciadas por el “arrepentido” Hernán Arbizu, en la que muchos poderosos argentinos están implicados duerme “el sueño de los injustos” en otros cajones. Parece que “el silencio es cajón”.
  • “Curiosamente” en estos casos un gran implicado es el mismo. Es curioso que un clarín haga un toque de silencio. Y es también “curioso” que algunos de los responsables de estos “silencios” hayan marchado o sido organizadores de esta marcha.

Pero hay un nuevo elemento simbólico que quisiera señalar. El responsable de la justicia es, obviamente el “poder judicial”. Indubitablemente también es responsable de la injusticia. Es preocupante cuando el poder judicial pretende ser el que gobierna derogando leyes (ocupando así el lugar del poder legislativo) o impidiendo su cumplimiento (ocupando el lugar del poder ejecutivo). Una cosa es que ocasionalmente y extraordinariamente el poder judicial vea que una ley o una parte de ella es “inconstitucional”, y muy otra es cuando sistemática y constantemente se constituye en una suerte de “supra-poder”. Y, especialmente, beneficiando siempre a los mismos (que son los que no pueden llegar al poder-gobierno por medios electorales). Y por eso, el elemento simbólico que me parece destacable es que la reciente marcha del silencio marchó “desde el Congreso [poder legislativo] hasta la Casa Rosada [poder ejecutivo]”. No pasó por el Palacio de Tribunales, allí el silencio ya reina. Paseó su palabra silenciosa por los otros poderes de la república. ¿No es eso intromisión? Intromisión simbólica, silenciosa. Hay silencios que son preocupantes, porque no son un “beso” a la República, sino una indiferencia o desprecio al pueblo, al fin y al cabo es el único poder no elegido por el pueblo, al fin y al cabo hablan y miran desde una tarima, al fin y al cabo usan lenguaje propio. Al fin y al cabo, marcharon desde un corralito.


 Foto (de 1975) tomada de www.taringa.net

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