domingo, 20 de diciembre de 2015

Decime que se siente (carta a odiadores)

Decime qué se siente… (carta a odiadores)


Eduardo de la Serna



Estamos a horas de las elecciones. Es decir, “elegimos”. Cada quién, movido por los más diversos motivos creerá y manifestará aquello por lo que opta: fidelidad, crítica, proyecto, conveniencia propia o ajena… Ciertamente no hay una razón única, y probablemente todas, o casi, son razonables. Pero no puedo menos que sorprenderme al escuchar, leer, ver algunas reacciones. Y me pregunto qué sienten esos tales. ¿Qué siente el que odia? Veo comentaros en los diarios, cartas de dizque periodistas, textos que me dejan absorto. Porque podría entender a uno o una que odia a quién le ha matado un hijo, o a quién le ha arruinado la vida, pero ver, leer, oír groserías que dan vergüenza ajena de sólo leerlas (muchas en boca o dedos de mujeres que deberían al menos por solidaridad no caer en lo que podría volverse contra ellas en otros ámbitos). ¿Qué siente el o la que odia? Obviamente odio, pero cómo lo siente, por qué lo siente, desde cuándo lo siente… ¿Odio por la AUH? ¿Odio por Conectar Igualdad? ¿Por el PROCREAR? ¿Por la Jubilación móvil? ¿Odio por el ARSAT? ¿Odio por la baja desocupación? ¿Odio por la posición anti-buitre? No me parecería sensato… ¿Odio por las cadenas nacionales? Es poca cosa. ¿Odio por las carteras? Menos aún.

Estimados odiadores y odiadoras, perdónenme… no los entiendo. Obviamente que entendería que estén en desacuerdo con el gobierno, con sus políticas, y con propuestas alternativas. Pero ¿odio? Perdónenme, tiene mucha “pinta” de odio provocado desde otros lugares, incentivado… porque si no, no lo entiendo. ¿Es sensato ese odio? ¿Razonable el insulto? Hay algunos que ya dejaron atrás el de “yegua”, casi como un mimo de burdos o soeces que son. Sin duda que desde ciertos lugares se han ocupado de alimentarlo, incentivarlo y hasta provocarlo, pero ¿qué se siente al manifestarlo? ¿No se sienten un poco manipulados? ¿Que yo quisiera esto, o aquello otro? Puede ser razonable. Claro que se trata de un país, una patria que debe mirar a los más posibles ya que no puede a todos. Y muchos entendemos que es sensato y justo que esos “más posibles” sean los más perjudicados de la historia, los pobres, los desocupados, los ancianos, los que suelen llamarse excluidos. Puede ser que no les importe, que quisieran que el gobierno beneficie a otros, que dirija sus políticas hacia otro lado; también eso es comprensible. Pero ¿odio?... La verdad, no los entiendo.

Estamos por elegir. Obviamente muchos elegiremos distinto a otros… De eso se trata. Y los alimentadores de odio ya están hablando de fraude, o – por lo menos – de que ciertos votos no sirven en comparación con otros. Yo no pretendo que cambien de elección, pero creo que les haría mucho bien dejar el odio en el pasado. No es sano. Ni para los demás ni para ustedes mismos. Ni para el país, claro. Porque es ese odio lo que algunos llamamos “grieta”. Y una cosa es pelear por la justicia, por la paz, por la vida y otra muy distinta es alentar el odio. Y a lo mejor, saber que el odio que algunos alientan y alimentan a ellos les sirve y nos perjudica a todos sería un buen paso. No estaría mal dejar el odio y – respetando el disenso – mirar a los demás como hermanas y hermanos y reconocer que si lo que yo elegí no sale ganador, será porque otros vieron las cosas de otra manera distinta a la mía. Y ser “buen perdedor”; ya que no serlo también alimenta y contagia odio. No es sano… Piénsenlo. 

Un abrazo.


Foto tomada de www.taringa.net

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