sábado, 19 de diciembre de 2015

La guerra de los sentidos



La “guerra de los sentidos”


Eduardo de la Serna



Inspirado en la excelente nota de Sandra Russo en Página 12 [www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-277831-2015-07-25.html] quisiera mirar “otro aspecto”. Otra “palabra” que también tiene su peculiaridad. “Honestidad-corrupción” es una especie de “eterno retorno” de ciertos sectores.

Recuerdo que cuando el menemismo empezaba su ocaso, lo que el “establishment” nos decía por todos sus abundantes medios era que “el camino era el correcto” el problema era la corrupción. Lo curioso era que “ellos” eran quienes definían el sentido de esas tal “honestidad” y tal “corrupción”. Obvio que – siguiendo la lógica de sor Juana Inés de la Cruz” – eran “hombres necios” que acusaban “a la nación sin razón”, porque es más grave “el que peca por la paga que el que paga por pecar”. Así, tal o cual funcionario era corrupto por aceptar la coima que un empresario le aceptaba. El empresario era casi una víctima inocente del sistema perverso y corrupto que no le quedaba más remedio que usufructuar.

Así, por ejemplo – afirma el discurso dominante – siempre la culpa es de los “otros”. Si un pueblo es ahogado financieramente, la culpa es de los que pidieron deuda externa, no de los que los obligaron a aceptarla o los que buscaron donde “aceitar” mejor. Los informes de Julian Assange y Edward Snowden no son muy importantes; la presencia del ejército yanqui en la torturada Haití tampoco; las bases militares y la IV Flota, menos. La responsabilidad en los golpes, la droga, las guerras, las armas, las nuevas formas de esclavitud son “siempre” de las víctimas. Y entonces, el discurso de la honestidad-corrupción puede ser “fundamental”, decisivo, discurso único, ya que “ellos” han decidido primero qué se debe entender por “honestidad”; y muchos lo han “comprado”. La caricaturesca consulta 2015 de Giacobbe y asociados sobre las 100 personas más honestas de la historia no sólo muestra el grado de ridículo de muchos de los consultados (y la consulta), sino también qué parecen entender por “honestidad” los opinantes. 

Así, no será vista como “corrupción” los tráficos ilícitos ya señalados, o los que muchos otros podrían añadirse. No es visto como corrupción que en pocos años haya más de 1.000.000 de cadáveres en el Mediterráneo, que para obtener coltán, o petróleo, oro o diamantes haya guerras en las que haya más de 4.000.000 de muertos (al fin y al cabo en ambos casos se trata de africanos, que son de “inferior calidad”, como “se sabe”), que una troika ahogue un gobierno legítimo imponiendo sus condiciones opresivas, injustas y de hambre e injusticia, y podría seguirse con espionajes, chantajes, sobornos, y presiones de grupos como CIA, DEA, FMI, BM, Ciadi, OTAN, OMS, OMC y demás instrumentos de presión (por no hablar del pasado desde guerras de “Triple infamia” o la guerra del Opio, por ejemplo). El Banco Mundial no da préstamos si no se aplican leyes anti-natales, o se provocan esterilizaciones compulsivas y clandestinas, como se ha visto y sigue viendo, por ejemplo. Pero nada de eso es corrupción…

Como no es corrupción que un Medio de Comunicación abuse de su posición hegemónica y mienta, calumnie, haga “operaciones” sea desde falsas palabras del Papa hasta casos de falsas cuentas secretas, sueldos, valijas o bodegas, vuelos o suicidios devenidos asesinatos… O que manchen la fama y el honor de funcionarios sin prueba alguna (o disimulen las de sus amigos). Como no es corrupción conseguir jueces que fallen o cajoneen por dinero, o viajes (o para evitar publicaciones). Como no es corrupción que empresarios tengan cuentas secretas en el exterior evadiendo el fisco y vaciando las arcas de la nación. 

¡Pero no!, “corrupción” y “honestidad” es solamente lo que los triunfadores en la colonización de mentes han impuesto, y determinado que fuera.

Y – curiosamente – también impuesto que el tema sea “el monotema” que garantiza las bondades o maldades de una persona, grupo, proyecto o propuesta.  No importa la ‘paz’, la ‘justicia’, la ‘felicidad’, la ‘verdad’… la ‘vida’. Si se es o no honesto (y de acuerdo a los parámetros preestablecidos de la ortodoxia hegemónica) es todo, o es nada. Mientras tanto, en ese ilusionismo y prestidigitación verbal manejan términos y voluntades. Y nunca falta quienes “compran”. Otros creemos que la corrupción verdadera, tiene un nombre: “capitalismo”.


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